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Thomas Piketty es un
economista francés que publicó El capital en el siglo XXI el año pasado,
traducido al inglés este año. El libro está provocando conmoción en el mundo de
la academia y en el espacio de debate de divulgación económica. Los conceptos
centrales de la obra son:
- La concentración de la riqueza aumentó en todos los países
desarrollados.
- Se mantiene la tendencia a la no intervención impositiva sobre esas
fortunas (una muestra es la resistencia a la Tasa Tobin en Europa).
- Si no hay cambios en esa situación, la economía del siglo XXI se
parecerá a las del siglo XIX, cuando las elites económicas heredaban la riqueza
en lugar de obtenerla del trabajo. Será una sociedad neovictoriana clasista,
dominada por la riqueza no ganada de una elite hereditaria.
- La propuesta de Piketty, que
admite “utópica”, para evitar ese retorno a un mundo oligárquico es un esfuerzo
coordinado a nivel mundial para aplicar impuestos a esa inmensa masa de riqueza
concentrada en pocos. Concluye que si no se toman medidas drásticas, el
funcionamiento de la economía estará condicionada por las personas que
simplemente posean la riqueza heredada de sus padres.
El argumento principal de El
capital en el siglo XXI es que el capitalismo, en su forma neoliberal (de
mercado) o intervencionista (Estado de bienestar), conduce a una economía
dominada por quienes tienen la suerte de nacer en una posición de riqueza
heredada. Si bien realizó el análisis sobre países desarrollados (Estados
Unidos, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Japón y el Reino Unido), en la
Argentina también está teniendo ese reflejo y es interesante observar cómo los
hijos de familias de gran fortuna y visibilidad pública comenzaron a reunirse
en un grupo de afinidad (revistas de la farándula, deportiva y de negocios los
están mostrando).
Piketty explica que de ese modo
funcionaba la economía de Europa a principios del siglo pasado, y que la
prepotencia de la riqueza heredada sólo fue destruida por la devastación de dos
guerras mundiales, con una profunda depresión en ese intervalo. Después de esos
traumáticos eventos, se desplegó un período de rápido crecimiento asociado a
los estímulos de la posguerra, a la reconstrucción europea y a la recomposición
del consumo. En los últimos 30 años, esa dinámica subyacente del poder
económico heredado se ha revitalizado y reafirmado.
¿Cuál es la definición de capital
de Piketty? Quienes lo acusan de marxista es porque no conocen el concepto
marxista de capital, pero los sectores conservadores consideran marxista a
cualquiera que estudia o tiene una posición crítica sobre la desigualdad y la
concentración de la riqueza. Piketty utiliza una definición amplia al
considerar que “el capital” es igual a “la riqueza”. O sea, todo el patrimonio
(propiedades, activos en efectivo, inversiones en acciones y bonos) constituye
el capital o riqueza. Piketty no sólo señala que la distribución del ingreso
(dinero obtenido por las personas que trabajan) es desigual sino que la riqueza
(el stock de activos) se reparte en forma mucho más desigual. Esto significa
que no sólo la brecha es inmensa en la retribución por el trabajo sino que esa
diferencia es abismal en la tenencia de la riqueza global.
El esquema analítico de Piketty
es el siguiente: a partir de definir la tasa de retorno sobre el capital (r) y
la tasa de crecimiento económico nominal (g), utiliza una larga serie de tiempo
de 200 años de datos sobre pobreza, ingresos y riqueza para países
desarrollados. Con esa inmensa cantidad de información determina un
comportamiento económico sencillo de entender. Calculó que r se ha ubicado en
el 5 por ciento promedio, mientras que g ha sido inferior a ese porcentaje en
ese extenso lapso. Esto significa que la tasa de crecimiento económico global
ha sido menor al incremento de la riqueza de las grandes fortunas. Piketty
denomina “ley fundamental” a la fórmula r > g, o sea que los ricos se hacen
más ricos en forma permanente. De otro modo, en el capitalismo, si la tasa de
retorno de la riqueza privada es superior a la tasa de crecimiento de la
economía, la participación de las rentas del capital en el producto neto se
incrementará. Piketty afirma que en el largo plazo la desigualdad económica no
será solamente por la brecha entre las personas que ganan altos salarios y los
que reciben ingresos bajos sino que será entre las personas que heredan grandes
fortunas en propiedades y efectivo, y quienes no.
Es un resultado que se ha
verificado en estos años de crisis global en las potencias mundiales, según el
World Ultra Wealth Report, informe mundial de la ultra riqueza de Wealth-X y el
banco suizo UBS: con una caída o estancamiento de las economías centrales que
se extiende ya por siete años, desde 2009 hasta 2013 la población ultra rica
del mundo incrementó su riqueza (sin ajustar por inflación) un 44,1 por ciento.
En la muy completa reseña
publicada en el medio electrónico estadounidense Vox, Matthew Yglesias resume
que “cuando r es mayor que g, la piscina de la riqueza de los ricos crece más
rápido que el conjunto de los ingresos percibidos por los trabajadores”. Señala
que esto no significa necesariamente que los pobres sean más pobres sino que
cada vez es más grande la brecha entre las ganancias de las personas que poseen
una gran cantidad de propiedades e inversiones financieras y las de las
personas que reciben un ingreso de su trabajo para vivir.
Hasta el conservador The
Economist en una crítica al libro de Piketty se rindió ante la formidable “base
de datos sobre la que se construye el libro, siendo difícil de disputar su
llamado a una nueva perspectiva de la era económica moderna, estemos o no de
acuerdo con sus recomendaciones de política”. En el artículo “Capital in the
Long Run”, publicado en la edición del 9 de enero pasado, The Economist afirma
que políticamente no puede sostenerse una concentración de la riqueza
creciente, y “aquellos que quieran preservar la economía de mercado tienen que
lidiar con esa dinámica en un contexto preocupante con las cifras sobre la
desigualdad que presenta Piketty”.
También fue criticado por el
economista de la Universidad de Texas en Austin, James K. Galbraith (hijo del
célebre economista del siglo pasado, John Kenneth Galbraith), en un artículo
publicado en la revista trimestral Dissent “Kapital for the Twenty First
Century?”. Dice que el libro de Piketty sobre el capital no es ni sobre el
capital en el sentido utilizado por Marx, ni sobre el capital físico como
factor de producción en el modelo neoclásico de crecimiento económico.
Galbraith concluye que “es un libro principalmente sobre la ‘valoración’ de
activos materiales y financieros, la ‘distribución’ de los activos a través del
tiempo, y la ‘herencia’ de la riqueza de una generación a otra”.
Más allá de controversias por
derecha (The Economist) y por izquierda (James K. Galbraith), el libro tiene el
mérito de instalar en el corazón del capitalismo el debate sobre la
desigualdad, y no sólo de ingresos sino la que emerge del reparto del stock de
riqueza global. Es lo que afirma Paul Krugman en “The Piketty Panic”, publicado
en The New York Times, cuando elogia la obra del economista francés porque “es
la manera en que echa por tierra el más preciado de los mitos conservadores:
que vivimos en una meritocracia en la que las grandes fortunas se ganan y son
merecidas”. Menciona que lo realmente sorprendente del debate es que la derecha
parece incapaz de organizar ninguna clase de contraataque significativo a la
tesis de Piketty.
El capitalismo no está generando
una mejor distribución de la riqueza y de los ingresos sino que su
concentración es el estado natural del capitalismo más que una excepción, como
postula el pensamiento económico convencional con su expresión política en el
conservadurismo. Piketty afirma entonces que se está transitando hacia una economía
dominada por el “capitalismo patrimonial”, donde la lista Forbes 400 (los más
ricos del mundo) estará dominada no por los fundadores de las empresas líderes
sino por hijos y nietos de la súper elite de hoy.
*Publicado en Página12
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