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Desde hace una semana los cambios
en la política económica son constantes. La apertura para la adquisición de
moneda extranjera a personas físicas, precedida por tormentosas presiones sobre
el valor del dólar, dio comienzo a un necesario reacomodamiento de la agenda
que tenía prevista el gobierno hasta hace menos de un mes. Las dificultades
económicas que enfrenta el país son contradictorias, muchas de ellas
previsibles y, otras, estructurales. Contradictorias porque la Argentina
dispone de variables económicas y sociales distantes al de un país al borde del
abismo como presenta a diario la oposición y la prensa opositora.
El nivel de
empleo no registra caídas, el consumo no disminuyó, el nivel de exportaciones
en el 2013 fue cercano a los 100 mil mil millones de dólares, la temporada de
verano en las principales plazas turísticas tuvo récord de concurrencia, el
plan Procrear lleva otorgados 100 mil créditos para la construcción de
viviendas y tiene previsto 300 mil beneficiarios más para este año. En cuanto a
medidas que adoptó el gobierno en los últimos seis meses, en agosto se elevó el
mínimo imponible en la 4ª categoría recomponiendo salarios entre los sectores
de mejores ingresos. Lo mismo sucedió con los aumentos otorgados a la
Asignación Universal por Hijo y, aunque seguramente insuficientes todavía, en los
próximos días se anunciará un nuevo aumento para jubilados de acuerdo a lo que
marca la ley de movilidad jubilatoria. En los casos mencionados, los aumentos
otorgados fueron superiores a las más apocalípticas previsiones inflacionarias.
En cuanto al nivel de endeudamiento externo (condicionante excluyente hasta
2003) es el más bajo de los últimos 35 años. Como cierre de esta breve
enumeración, en el año 2013 el país creció, respecto de su PBI, entre un 4,5 y
5 por ciento. Pocos países en el mundo se encuentran al borde del abismo
creciendo a ese nivel.
Un ejemplo al pasar: luego de seis años que estallará la crisis económica y financiera en Europa y en EE UU, el gobierno español anunció ayer que su economía repuntó al lograr un crecimiento del 1% durante 2013. En otro alarde similar, Inglaterra prevé un crecimiento para el 2014 del 1,9 por ciento. Sobre las causas que los llevaron al derrumbe, y sobre los seis años que llevan sin lograr recuperar sus variables económicas y sociales, no hay mención alguna, por parte de los representantes ideológicos criollos. De eso, en la Argentina, no se habla. En cuanto al actual nivel de reservas, aun después de la disminución registrada en los dos últimos años debido a su utilización para cancelación de deuda sigue siendo robusta. Es de destacar, por más obvio que parezca, que la disminución de las reservas del Central no fue producto del desmanejo o despilfarro sino que fue una decisión política y económica de, por primera vez en 40 años, cancelar deuda, no renegociar ni patearla para adelante o para futuros gobiernos. Este elemento es tan inédito en nuestra historia como proporcionalmente sorprendente para los sectores que recurrieron al endeudamiento como matriz de todos los experimentos neoliberales bajo dictadura y luego en democracia.
Previsibles, en tanto que las medidas que se implementaron en los últimos dos años para combatir la inflación fueron insuficientes y en gran parte afectaron los ingresos de los sectores de menores ingresos formales y al de los informales que desde 2008 quedó, puntos más o menos, en un porcentaje de la población laboralmente activa del 34 por ciento. A su vez, el impacto en la suba de precios, fundamentalmente los correspondientes a la canasta básica, bebidas y alimentos, alertan sobre su impacto en el consumo, elemento dinamizador del mercado interno y a la competitividad de las pequeñas y medianas empresas, dinamizadoras también del empleo.
En cuanto a la restricción de divisas, las medidas que durante años permitieron la compra de dólares indiscriminadamente, día era previsible que generaran, tarde o temprano, dificultades. Lo mismo en cuanto al envío de remesas al exterior de multinacionales. La consecuencia, la implementación de la restricción cambiaria que comenzó a regir en mayo de 2012. La reacción tardía de esta medida fue costosa, y sus consecuencias contribuyeron a la compleja situación actual. El otro elemento previsible se encuentra en haber dejado durante estos años el manejo de las divisas de las exportaciones agropecuarias en el oligopolio de las cerealeras multinacionales. Su accionar especulativo, reteniendo la liquidación es repudiable pero a la vez comprensible dentro del marco capitalista si no se les impone condiciones que limiten su accionar concentrador y especulativo. El otro elemento a incluir es la postergada reforma tributaria que realizada en tiempos de menor conflictividad hubiera permitido un rediseño indispensable en la distribución del ingreso y de las cuentas públicas. La reforma de la Carta Orgánica del Central fue un paso decisivo, pero debió ser acompañado por una modificación la ley de entidades financieras que, en lo sustantivo, es la misma que rige desde la dictadura de Martínez de Hoz.
El economista Aldo Ferrer apuntó días atrás sobre la imperiosa necesidad de poner límite a los sectores especulativos del capital concentrado empresarial y financiero, a través de claras políticas públicas que restrinjan el accionar del capitalismo "vale todo". La especulación, la elevación de la rentabilidad a costa de ajustes de salario es inevitable si no se les impone límites claros. "Corea dispone hoy en día de la burguesía empresarial mas dinámica del mundo, invierte, desarrolla nuevas tecnologías y es altamente dinámica", destacó. "Pero si traemos a un empresario coreano a la Argentina, en tres meses estará especulando como los empresarios argentinos." Ferrer contribuye también a comprender que, mas allá del detestable comportamiento del establishment con su accionar especulativo y destituyente con el único propósito de recuperar las altas tasas de rentabilidad como las que les prometen los nuevos representantes del retorno neoliberal, si no se profundizan decisiones políticas que den un marco con claros límites que enfrenten a esos sectores, la indignación no será suficiente. En cuanto a los diagnósticos de todo el arco opositor, por derecha y por izquierda, a excepción del gobierno y sus políticas, nadie propone una solución sin que el costo social y económico sea peor al que producen los actuales niveles de inflación. La receta: reducción del gasto público, eliminar subsidios, elevar la tasa de interés para captar ahorro en depósitos y desalentar el consumo, menores salarios, menor empleo y nivel de industrialización, más y peor endeudamiento.
La Argentina vuelve, una vez más, a vivir tensiones políticas y económicas abrumadoras. La diferencia entre el pasado y el presente es que desde el 2001, nadie que se precie cercano al campo nacional y popular puede hacerse el distraído. Escamotearle el apoyo al gobierno nacional en estas horas, es regalarle el futuro al pasado.
Un ejemplo al pasar: luego de seis años que estallará la crisis económica y financiera en Europa y en EE UU, el gobierno español anunció ayer que su economía repuntó al lograr un crecimiento del 1% durante 2013. En otro alarde similar, Inglaterra prevé un crecimiento para el 2014 del 1,9 por ciento. Sobre las causas que los llevaron al derrumbe, y sobre los seis años que llevan sin lograr recuperar sus variables económicas y sociales, no hay mención alguna, por parte de los representantes ideológicos criollos. De eso, en la Argentina, no se habla. En cuanto al actual nivel de reservas, aun después de la disminución registrada en los dos últimos años debido a su utilización para cancelación de deuda sigue siendo robusta. Es de destacar, por más obvio que parezca, que la disminución de las reservas del Central no fue producto del desmanejo o despilfarro sino que fue una decisión política y económica de, por primera vez en 40 años, cancelar deuda, no renegociar ni patearla para adelante o para futuros gobiernos. Este elemento es tan inédito en nuestra historia como proporcionalmente sorprendente para los sectores que recurrieron al endeudamiento como matriz de todos los experimentos neoliberales bajo dictadura y luego en democracia.
Previsibles, en tanto que las medidas que se implementaron en los últimos dos años para combatir la inflación fueron insuficientes y en gran parte afectaron los ingresos de los sectores de menores ingresos formales y al de los informales que desde 2008 quedó, puntos más o menos, en un porcentaje de la población laboralmente activa del 34 por ciento. A su vez, el impacto en la suba de precios, fundamentalmente los correspondientes a la canasta básica, bebidas y alimentos, alertan sobre su impacto en el consumo, elemento dinamizador del mercado interno y a la competitividad de las pequeñas y medianas empresas, dinamizadoras también del empleo.
En cuanto a la restricción de divisas, las medidas que durante años permitieron la compra de dólares indiscriminadamente, día era previsible que generaran, tarde o temprano, dificultades. Lo mismo en cuanto al envío de remesas al exterior de multinacionales. La consecuencia, la implementación de la restricción cambiaria que comenzó a regir en mayo de 2012. La reacción tardía de esta medida fue costosa, y sus consecuencias contribuyeron a la compleja situación actual. El otro elemento previsible se encuentra en haber dejado durante estos años el manejo de las divisas de las exportaciones agropecuarias en el oligopolio de las cerealeras multinacionales. Su accionar especulativo, reteniendo la liquidación es repudiable pero a la vez comprensible dentro del marco capitalista si no se les impone condiciones que limiten su accionar concentrador y especulativo. El otro elemento a incluir es la postergada reforma tributaria que realizada en tiempos de menor conflictividad hubiera permitido un rediseño indispensable en la distribución del ingreso y de las cuentas públicas. La reforma de la Carta Orgánica del Central fue un paso decisivo, pero debió ser acompañado por una modificación la ley de entidades financieras que, en lo sustantivo, es la misma que rige desde la dictadura de Martínez de Hoz.
El economista Aldo Ferrer apuntó días atrás sobre la imperiosa necesidad de poner límite a los sectores especulativos del capital concentrado empresarial y financiero, a través de claras políticas públicas que restrinjan el accionar del capitalismo "vale todo". La especulación, la elevación de la rentabilidad a costa de ajustes de salario es inevitable si no se les impone límites claros. "Corea dispone hoy en día de la burguesía empresarial mas dinámica del mundo, invierte, desarrolla nuevas tecnologías y es altamente dinámica", destacó. "Pero si traemos a un empresario coreano a la Argentina, en tres meses estará especulando como los empresarios argentinos." Ferrer contribuye también a comprender que, mas allá del detestable comportamiento del establishment con su accionar especulativo y destituyente con el único propósito de recuperar las altas tasas de rentabilidad como las que les prometen los nuevos representantes del retorno neoliberal, si no se profundizan decisiones políticas que den un marco con claros límites que enfrenten a esos sectores, la indignación no será suficiente. En cuanto a los diagnósticos de todo el arco opositor, por derecha y por izquierda, a excepción del gobierno y sus políticas, nadie propone una solución sin que el costo social y económico sea peor al que producen los actuales niveles de inflación. La receta: reducción del gasto público, eliminar subsidios, elevar la tasa de interés para captar ahorro en depósitos y desalentar el consumo, menores salarios, menor empleo y nivel de industrialización, más y peor endeudamiento.
La Argentina vuelve, una vez más, a vivir tensiones políticas y económicas abrumadoras. La diferencia entre el pasado y el presente es que desde el 2001, nadie que se precie cercano al campo nacional y popular puede hacerse el distraído. Escamotearle el apoyo al gobierno nacional en estas horas, es regalarle el futuro al pasado.
*Publicado en Tiempo Argentino
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