El
principal motor de la economía en este año que termina ha sido el
consumo privado. El gasto de los hogares se incrementó a un ritmo
sostenido en cada uno de los trimestres debido al aumento de los
ingresos en un dinámico mercado laboral.
Otro factor fue el alza de
transferencias públicas vía Asignación Universal por Hijo, cuyo monto
subió 22 por ciento, y la mejora en un 37 por ciento en los haberes
jubilatorios por los dos ajustes anuales definidos por la ley de
movilidad previsional. Desagregando la demanda en tres componentes,
consumo privado, consumo público e inversión, el primero representó casi
el 52 por ciento del aporte al crecimiento del Producto Bruto Interno,
acelerando su ya importante contribución de 46 por ciento que había
alcanzado en 2010. Estas cifras traducen el motivo del insistente
discurso oficial de defensa del mercado interno y del consumo como
principal factor del crecimiento económico, que este año se proyecta por
encima del 9 por ciento, y a la vez como uno de los amortiguadores más
firmes de los embates de la crisis internacional.
El sencillo esquema, si bien tiene sus complejidades, consiste en
aumentar el consumo, puesto que la mayor demanda impulsa la producción,
alza que se sostiene con más inversión, aunque algunos sectores con
posición dominante ajustan también por precios. El círculo virtuoso
continúa con el eslabón de que más producción necesita más empleo,
disminuyendo entonces la tasa de desocupación, y aumenta también los
salarios, mejorando las condiciones materiales de la población. En
resumen, el consumo colabora en forma relevante en el crecimiento de la
economía. Este proceso es el opuesto al que se de-sarrolla en los países
centrales sumergidos en una profunda crisis, que en lugar de impulsar
políticas que favorezcan el consumo aplican medidas de ajustes que lo
deprimen y, por lo tanto, orientan la economía a una recesión. Ante esa
evidencia inmediata, la experiencia de los noventa en la región y la
incertidumbre internacional de un eventual mayor deterioro en los países
centrales, nada hace suponer que en el 2012 vaya a cambiar la
estrategia oficial de incentivar el consumo popular.
Este camino tiene esa indudable lógica económica que implica
crecimiento, empleo e inclusión social, y también política, puesto que
un gobierno que genera diversas tensiones en variados frentes requiere
de una tasa de crecimiento de media a elevada para reafirmar su
legitimidad frente a un escenario de disputas sectoriales y presiones de
facciones del poder económico. El perturbador panorama sobre la
dinámica de la actividad mundial y su potencial efecto en la economía
local puede derivar en una elevación del “ahorro precautorio”, que en
Argentina adquiere en parte la forma de fuga de capitales, lo que
moderaría el ritmo de aumento del consumo. Es probable entonces que en
el nuevo año se crezca a un ritmo menor desde un nivel elevadísimo,
según se admite en el último Informe de Inflación del Banco Central,
pero el consumo privado seguirá siendo el aportante principal al
crecimiento económico, sustentado en la suba de los ingresos de las
familias producto en parte de la mejora de las condiciones laborales. El
Central estima un aumento del PIB del 6 por ciento para el 2012, casi
el doble de la proyección más optimista de los consultores de la city,
que culminaron otro año equivocándose en los pronósticos lanzados en
diciembre de 2010.
A diferencia de lo que continúa ocurriendo en muchos de los países
europeos y en Estados Unidos, en la economía local influyen
decididamente para su recorrido positivo las mejoras de ingresos a favor
de los sectores con mayor propensión a consumir. En estas semanas de
fiestas y comienzo de vacaciones se reiteran imágenes de consumo febril
de grupos sociales de clase media y media alta, en shoppings de Capital o
en playas de la costa bonaerense. Gran parte de los miembros de esos
sectores, con más o menos intensidad, ha podido conservar un umbral de
consumo digno a lo largo de los años, incluso en períodos de
turbulencias. Ese comportamiento también estuvo alentado por las
promociones y planes de financiación instrumentados por los comercios
asociados con entidades financieras. En 2011, los préstamos al consumo
aceleraron su crecimiento con una suba de 50 por ciento respecto del año
anterior de los préstamos personales y un alza de 47,9 por ciento de la
financiación con tarjeta de crédito.
El factor distintivo en el actual ciclo político es la irrupción de
un consumo dinámico de una parte importante de la población que estaba
en los márgenes o excluida del circuito económico. Ese consumo adicional
al ya existente se fue acumulando en forma incremental año a año con el
crecimiento del Producto y el fortalecimiento del mercado laboral, con
mejoras del salario real. En 2011, las remuneraciones laborales
siguieron creciendo, conjuntamente con el aumento del empleo, y
resultaron en un alza de la participación de la masa salarial en el PIB.
Así, el consumo privado se mantuvo como el componente que más
contribuyó al crecimiento de la economía, dada su mayor participación en
el Producto y su notorio incremento.
Un reciente informe de la consultora CCR dedicada a investigar el
mercado del consumo permite observar esa ampliación a grupos que antes
tenían solamente una estrategia de sobrevivencia y ahora adquirieron
características más desarrolladas. Algunos datos reflejan la mayor
densidad que ha adquirido el consumo popular y sirven para ilustrar ese
nuevo panorama:
- Hace dos años se inauguró en pleno centro de La Matanza San Justo
Shopping. El éxito de ese emprendimiento derivó en proyectos similares
para González Catán, Benavídez y General Pacheco.
- En el interior también se inaugurarán nuevos centros comerciales.
En total, en los próximos dos años se abrirán unos veinte, según un
relevamiento realizado por empresas del sector, que explican que el
factor dinamizador de la demanda se trasladó a la población ubicada en
la base de la pirámide de ingresos. Según esa evaluación, la clase media
alta porteña dejó de ser el principal motor de la demanda.
- El crecimiento de ese tipo de consumidores implicó que los
comercios tradicionales de venta de alimentos, bebidas y productos para
el hogar continuaran ganando participación de mercado a expensas de las
grandes cadenas de supermercados, que igual retienen el 40 por ciento de
las ventas de alimentos a nivel nacional, aunque antes de la crisis de
2001 concentraban el 46 por ciento.
- Además del avance de los comercios tradicionales, se mantiene
firme la expansión de los autoservicios liderados por miembros de la
comunidad china. Este año superaron los diez mil locales en
funcionamiento.
El crecimiento del consumo tiene su máxima expresión en las
economías regionales, según precisa la consultora CCR. De acuerdo con
los últimos registros, hasta noviembre de este año las ventas de
alimentos, bebidas, artículo de limpieza y tocador acumularon un alza
del 3,4 por ciento en el interior, por encima de la suba en la Capital
Federal y Gran Buenos Aires, que anotaron una mejora de 1,6 por ciento.
En ciudades de menos de 100 mil habitantes el consumo subió 3,2 por
ciento en ese lapso.
La ampliación del universo del consumo a los sectores populares, que
ya va adquiriendo rasgos estructurales, establece una potente
restricción a las recetas que proponen el enfriamiento de la economía
por el lado de la demanda, como de una u otra manera aconsejan
economistas del establishment. Cuando se adquieren costumbres
consumistas, como bien sabe la clase media, no es una estrategia
recomendable para los que gobiernan ni para aquellos que aspiran a ganar
elecciones aplicar restricciones al consumo popular.
*Publicado en Página12
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