Símbolo de unidad judeo-árabe en Rosario |
Por Gustavo Daniel Barrios*
Si algo tenemos, desde el sosiego, es un deseo sostenido,
creciente además, de que se consiga una salida pacífica en los territorios
judeo-palestinos. Escenario testigo, del cual dependen tantos otros, en tantas
partes.
Esa vocación de fraternidad que para otros es propia de los
débiles, que en aquella Al Andaluz
fue convertida en hecho cierto, llegó a ser destruida por el imperialismo. El
nefasto estadio de una potencia es mutar en imperio, y en 1492 se barre con los semitas de España y simultáneamente en la
isla pronto llamada La
Española, la
Haití y Dominicana de hoy, Colón hace pie para sin solución
de continuidad abrir un ciclo de masacre que iría a constituirse en el mayor de
todos los genocidios.
Dentro del secreto, del reservorio, en las profundidades de
la especie, se halla persistentemente la fórmula. De acuerdo a la experiencia
del siglo 12 en el Califato de Córdoba, la existencia de
rocas como fundamento de árabes y judíos –y los árabes son centro de una liga
musulmana multiétnica-, son el orden que hace posible el pacto de concordia.
Tal vez en cierto tiempo, con un poco de licencia
optimista, hubiese sido necesario consagrar como patriarca de los musulmanes,
al muy famoso Avicena. No conozco
mucho de él, creo que ni siquiera fue religioso este iranio, aunque de familia
religiosa, pero seguro poseyó él las condiciones de aquellos que ejercen la
maestría en la Ciencia
de la Paz. Por
ende creo, que Avicena pudo haber
sido el patriarca inmejorable, mejor que el ortodoxo, para el grupo que se
origina entre los hijos de Ismael.
Entre los judíos se habla mucho, pero muchísimo del gran
rabino Isaac Luria. Vivió hace
muchísimo tiempo, lo supongo oriundo de la zona del Lago de Genesaret o Mar de
Galilea, tal vez próximo al Líbano.
Por su puesto hubo otros, los que han sido o fueron capaces
de ser patriarcas mundiales.
A partir de 1492
los pueblos originarios hubiesen querido abrazar a los marinos que llegaban y
llegaban, pero se los aplastó. Esta es la locura, porque existieron todas las
posibilidades de una convivencia. Cuando las potencias hegemónicas optan por
este camino, de automático deciden también sus desgracias; así como los
vasallos deciden la desgracia de los vasallos.
Con toda esta experiencia, se debe pretender y también
exigir, hablando de hoy, que Tel Aviv o
Jerusalén, donde esté hoy el
Gobierno, sea más inteligente. Esta administración no parece tener ninguna
inteligencia. El ciudadano medio, en cualquier parte, ante la postergación de
los palestinos de Gaza, ante la
tosudez vengativa de ahogarlos para impedirles ser, no se va a acordar si hubo
o no hubo tres mil años de esclavitud en alternancia, o que en Rusia hubo guetos en la época de los
zares, o que en Italia los hubo antes
de la república italiana, que hubo más tarde uno grande en Varsovia; no van a pensar ni un minuto en eso, ya que Tel Aviv o Jerusalén, en contubernio con la OTAN, suprime el derecho a ser en un
Estado-Nación. Ante esta deplorable acción lo único que comprenderán es qué feo
es el despliegue político imperial. Justamente, cobra singular brillo aquí el
fragmento de una estadista en Manhattan,
de que le están dando un formidable argumento a los que buscan perpetuar el
statu quo del terror y hacerlo extensivo.
Esto en parte se relacionaría con el haber dejado a la
mejor intelectualidad en sentido casto, lejos del ámbito de las decisiones. Si
toda Democracia es perfectible, los corporativismos internos deben menguar, y
los desapoderados de la
Sociedad toda pero con visos de competencia y de méritos que
son clamor popular, deben aproximarse al foro de las decisiones.
Es aquí cuando llegamos a la calle San Luis, aquí en Rosario.
La reflexión se presentó a partir de contemplar la encrucijada de las calles San Luis y Dorrego. Una señal de bronce sobre el asfalto celebra el modelo de
fraternidad que desde principios del siglo 20,
árabes y judíos hacen prevalecer en la ciudad. Pero en especial desde el
imbricamiento social en el centro comercial San
Luis.
Se le atribuye al artista León Carpman el extraño caractér de bronce. Hay además una placa en
la acera de la esquina sud-este explicando el significado. Se creó un signo
neológico, que fusiona las letras bet (hebrea)
y ba (árabe); estas letras designan
en cada idioma a la palabra hogar. El
mensaje en parábola pudiera ser un mismo
hogar para árabes y judíos. O podemos también decir un mismo hogar para la descendencia de Ismael y de Jacob.
Aquí se da en pequeño lo que antes hablaba del Califato de Córdoba. El paseo comercial San Luis dominado por árabes y judíos
siempre, indiscutiblemente, fue un espacio de amistad y aun lo es. Otra vez la
fórmula.
Hay muchos nombres que se reúnen, algunos más recordados
que otros. Alguien nombra por ahí mucho a los Estrella Juri. En los primeros setenta se afianza la firma Sosotex
y sus camisas, que tiene fama hasta hoy, aunque la casa es otra, porque tuvo
que volver a resurgir y no son exactamente los mismos. Sirva este fragmento de
paso para homenajear al señor Sauan,
el que sufriera un horrible deceso, y que recuerdan estos y todos los
colectivos sociales.
Es un hecho que ya hace quizá un par de décadas se produjo
un importante desplazamiento de los jóvenes de la comunidad judía que han ido
dejando las tiendas de sus padres, para ubicarse muy generalizadamente en las
profesiones médicas o ciencias varias, quedando los árabes en amplio dominio
del paseo comercial. Son hoy pocas las tiendas judías, aunque siguen intactos
en lo relacional con sus primos, ya que siguen aquí y como los otros, viviendo
en toda parte en la ciudad.
En la naturaleza intrínseca del contexto mixto, al igual
que en la vieja Iberia, están todas
las chances de vencer la confrontación. Sólo falta que en Medio Oriente lo
crean.
Se produce un hecho extrañísimo en calle San Luis. El caso es que el comienzo de
la seccional segunda, en la arteria que nos ocupa, da inicio el paseo comercial
que dura hasta calle Moreno. Nace o
muere, porque es a contramano, en la línea limítrofe de la seccional segunda,
línea de la peatonal chica. Hay contento, mucha vitalidad en la zona semítica
por excelencia, justamente lo que es la antítesis de la calle San Luis en la seccional primera. Usted
se mete en la seccional primera por calle San
Luis, o mejor, usted abandona el paseo comercial, y será puesto en
conocimiento esté avisado o no, de una atmósfera densa y llamativamente
afectada, desprovista del deseo de vivir que se traía de más allá de la
peatonal que cruza. Ese transitar por calle San
Luis te saca de la vitalidad. Parece a propósito che, pero pasás del
triunfo a la derrota. Yo estoy buscando la moraleja y por eso cuento todo esto.
Llegás al final de la calle, en el inicio de numeración, y aparece uno de los
toboganes livianos de esta meseta que es Rosario.
Está al final a la altura del 400. En
su sentido esta calle cierra su presencia pasando por el Consulado de Uruguay.
Es una casa de base gótica que posee un edificio acristalado desde su azotea.
Justo enfrente hace aparición un paredón que es el Club Rosarino de Pelota, el cual adopta la forma de un hostal
cuyano, apacible y totalmente escindido del contexto. Abajo se cruza Alem, dobla a la derecha en el sentido
de esta, y ya en el mil de esta nueva calle, el aspecto de interés es que esta
cuadra se mantiene involucrada hasta el tuétano con el sopor de San Luis en la parte baja. La moraleja
debe estar en la cosa de la mixtura sincrética, que conviene practicar.
En Medio Oriente ocurre, como ha solído ocurrir en
Argentina, que la paz se destruye cuando se destruye el contrato básico de la
verdad. La mentira es el fin de los contratos sociales.
Recorriendo un poco la política interna, es bueno apuntalar
el debate, empezando con decir que si algún sector supone, que desde antiguo posee la potestad
sobre la causa de los Derechos Humanos, debe uno responderle que se equivoca o
miente. En tal caso tergiversa la realidad y malversa el derecho natural a la
opinión que tienen todos en Democracia. Porque esa membresía es de todos y no
es de nadie. Obvio que nunca será de Uriburu, ni de Alsogaray ni de Pando, pero
en el arco libertario están todos, y a no olvidarse sin que desentone, que a
partir del año 75 la mayoría de todos los compañeros muertos, militantes
intelectuales extraordinarios seres, los puso el peronismo.
Y contribuye por otra parte a extinguir la acción perversa
del ataque que ha sufrido el Gobierno Nacional por parte de una izquierda
brutal, recordar lo translúcido que quedó para la población en gran medida, el
hecho de que en 2008 en las rutas, donde no estaban los amigos del PC, la otra izquierda extremada, se
mezclaba y se casaba con la rediviva Liga Patriótica Argentina, con el clan
Pando, y con todas las ramificaciones del duhaldismo, y allí se discutía
ferozmente sobre la necesidad de que el Gobierno caiga. Así se discutía en
apoyo de la Suciedad Rural
y sus aliados neoconservadores y conservadores clásicos de la ruralidad,
horadando y horadando, y en realidad pergeñando y detallando la avanzada que
terminase con el Gobierno. Si esa izquierda es democrática y consagrada al
pueblo, entonces el compañero Guillermo
Moreno, por su puesto, es Ceferino
Namuncurá. Hay que añadir esto a lo que hacían otros del “sector popular”
que decían una y otra vez ser prescindentes, que ni lo uno ni lo otro, y eso
hacían cuando se estuvo a punto de volver al año 55; es obvio que declararse
prescindente fue estar a favor de los golpistas de manera eufemística,
artística, cínica y solapada. Algo muy propio de los cobardes.
A raíz de esta cuestión, yo me pregunto si será pertinente,
que se cree una Comisión del Congreso, de una vez por todas, que investigue a
fondo la infición primermundista, o mejor, que investigue la infición de
Estados Unidos en el tejido de la extrema izquierda argentina. Investigarlo
todo, porque en 2010, no les quedó ataque sistemático en el que no fueran
protagonistas. Como lo fueron un poco en Ecuador y Bolivia por otra parte.
Siempre estuvieron implicados, y creo que sólo una Comisión del Congreso podría
hacernos progresar de este flagelo.
Y también está el caso de lo que acostumbrase a llamar
Centro-Izquierda. Y podría citarse aquí el trabajo sofisticado que hizo el
Proyecto Sur. Recordar cuando con sutil destreza, le dieron quórum a la Coalición Cívica
para discutir en el recinto el Presupuesto Prat Gay. El mismo, hubiese obligado
de imponerse, a cesar con lo más importante de la masiva ejecución de obras de
norte a sur del país, además de regresar al endeudamiento que se orientaría a
nuevas situaciones de dependencia y tal vez de prolongarse, quien sabe. Basta que una persona no sea tonta, para
que pueda apreciar que el Proyecto Sur –que nunca gobernó un municipio de 5000
habitantes-, por el hecho de decir y asumirse como se asumió o se asume,
revolucionario o auténticamente progresista, no deja de carecer de toda
confianza. Que lo digan no les proveerá absolutamente ninguna acreditación. El
Proyecto Sur, ha trabajado con rigor profesional por intentar restituir un
Gobierno Tory en la Casa Rosada.
La esencia oculta del Proyecto Sur, su sino, fue trabajar en lo fino y más
sofisticado, para restituir un Gobierno Tory en la Rosada. De ese partido una
importante dirigente sentía gozo indescriptible, por lo que ella supuso, iba a
ser un final de helicóptero para la presidenta. Eran esos momentos del país,
sólo casi siete años después de 2001, los que le dieron felicidad a ellos.
A lo largo de estos años, contemplando el arte gubernativo
de la presidenta Cristina, siendo testigo de la inclaudicable lucha de estas
administraciones perfeccionadas por tantos funcionarios; digo si usted, aunque
no haya sentido amor porque nadie está obligado a amar a nadie, usted la odió,
como se odió a los que arrojaban al circo romano solos contra las fieras, como
el Proyecto Sur la odió, entonces usted es un sujeto execrable.
Cuando el conjunto de un mundo y de un tiempo, ha decidido
el cambio, ya en los confines del reservorio de silencio, el cambio es
imparable. Es el olor a primavera que empuja hacia allá, y avanza.
*Escritor
Miembro del CEP
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