martes, 8 de agosto de 2017

POLÍTICAS URBANAS PARA EL BUEN VIVIR

Imagen de "Cifras Online"
Por Roberto Marra

Entre los problemas urbanos que más afectan a los rosarinos, están aquellos que se refieren a los que tienen que ver con el uso del suelo y la degradación del ambiente. Son soslayados muchas veces por los intereses que se tocan cuando se intenta modificar ciertas conductas que, lo saben autoridades y beneficiarios, afectarán tarde o temprano a toda la población.
Está el caso de las permanentes excepciones al Reglamento de Edificación y el Código Urbano, que rigen el uso del suelo en los distintos sectores urbanos, de acuerdo a las características que se pretenda dar a cada barrio. Sin ningún prurito, los emprendedores inmobiliarios solicitan esas alteraciones reglamentarias con los pobres argumentos de sus pretensiones de mayores ganancias por las inversiones realizadas.
Pero lo peor está en el rápido tratamiento y aprobación que, generalmente, le da el Concejo Municipal a esos pedidos de excepciones que solicita el Ejecutivo, con explicaciones falaces que desandan el camino de sus previas decisiones.
Otro tema que nunca termina por resolverse, en esto del cuidado del ambiente, es el del arbolado público. Se continúa con decisiones porfiadas en la elección de los árboles, se sigue con las podas a destiempo y mal ejecutadas, se tardan tiempos increíbles para la tala de árboles peligrosos y no se implantan nuevos ejemplares. Se le suma la falta de control y estímulos para promover una cultura del cuidado de los árboles que, en general, el ciudadano rosarino no tiene.
La basura es otra cuestión más que importante para una urbe del tamaño y población de Rosario. Y si bien se realizan algunas experiencias de reciclado, estas resultan irrelevantes frente a la continuidad del sistema de enterramiento que perjudica el ámbito donde se realiza y anula las posibilidades de aprovechamiento de los subproductos y la energía que esos residuos poseen.
Son temas urbanos que se recitan ante cada elección, pero que terminan olvidados en los cajones de la desmemoria gubernamental. Son necesidades que involucran al futuro y, como siempre, este resulta poco atractivo para generar expectativas en los electores, ávidos de soluciones rápidas. Son despreciadas formas de hacer política de verdad, esas que permitirían alcanzar, algún día, ese “buen vivir” que construya una Rosario más justa.

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