Imagen de "Azteca Trece" |
¿Qué
extraña fuerza hace que una mariposa nocturna se dirija hacia una
llama para morir quemada? ¿O qué es lo que compele a las ballenas a
encallar en playas donde dificilmente sobrevivan? Las respuestas a
estos enigmas tal vez sean de más fácil hallazgo que las razones
por las cuales los seres humanos repiten, una y otra vez, sus
comportamientos comprabadamente negativos.
Se
tiende a pensar que la acumulación de experiencias asegura mejores
respuestas ante las circunstancias negativas que suelen atravesar a
las personas a lo largo de sus existencias. Aplicando un análisis
lógico, debiera ser mucho más fácil encontrar respuestas
diferentes ante situaciones repetidas, a medida que avanzan nuestras
vidas.
Lejos
de ser un aliciente para evitar males ya soportados, hasta pareciera
haber un goce por reiterar comportamientos similares ante los mismos
exactos hechos que nos llevaron a hundirnos en los peores de los
infiernos individuales y sociales. Más aun, resulta imposible de
creer que las mismas personas acepten incluso los mismos argumentos
que los condujeron, antes, al abismo existencial.
Nadie
como un argentino para corroborar que esto es así. Como si fuera una
rueda, la historia nos ha retornado siempre a los que parecen ser los
mismos lugares y a las peores tragedias ya vividas. Y no es que
siempre nos ha sido impuesto ese regreso por la fuerza, sino que
eventualmente ha sido la propia sociedad la que ha elegido ese rumbo
hacia la llama que nos quemará por enésima vez.
Lo
peor es que no se trata de una rueda circular nuestra historia, sino
de una espiral, donde con cada regreso se profundizan los dolorosos
resultados de la aplicación de los mismos proyectos, pero con
métodos actualizados por los eternos conspiradores del Poder.
Océanos
de gotas han horadado nuestros cerebros durante décadas, hasta
hacerlos permeables a los mensajes de autodestrucción social y
aceptación de destinos impuestos por quienes hace mucho tiempo han
decidido cuales serán, con el único objetivo de continuar con la
rapiña económica y el poder infinito.
La
sumisión es cosa de esclavos eternos. La dignidad, en cambio, es la
virtud de quienes se piensan parte de una sociedad que asume sus
experiencias y las acumula en el corazón, además de en la razón.
Recordar será, entonces, la herramienta más eficaz para construir
sociedades que no avancen nunca más hacia el agujero negro de la
repetición de la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario