jueves, 4 de mayo de 2017

LA CORTE DE LA SUPREMA INJUSTICIA

Imagen de TN.com
Por Roberto Marra

La Corte de los Milagros era una zona del París medieval habitada por mendigos, ladrones y prostitutas. Recibió este nombre porque sus habitantes, por el día, pedían limosna fingiéndose ciegos o discapacitados, pero de noche, ya en sus casas (corte), recuperaban milagrosamente la salud.
Aquí, la Corte Suprema de Justicia de Argentina es un ámbito habitado por jueces que, a veces,  suelen ser mendigantes de favores, ladrones de historias o prostituidos del Poder. Sus integrantes, al igual que aquella de los milagros de París, fingen lo que no son pero, ya reunidos en sus oscuras poltronas judiciales, traducen en sentencias sus verdaderas opciones éticas.
Los supremos nos han hecho un procaz y nada espontáneo corte de manga a todos los argentinos, para hacernos saber que son parte de la revivida “vieja moral”, la que privilegia a los dueños del poder y a quienes les sirvieron durante la dictadura para iniciar la apropiación de lo que ahora pretenden culminar, a través de planes económicos de profunda injusticia social.
Este nido de oligarcas engreídos ha cortado, con el agudo cuchillo del poder cortesano, a una Sociedad que supo reconstruir, con tiempo, dolor y perseverancia, una Nación penetrada por el odio de los desquiciados asesinos. Y también de los beneficiarios y encubridores de entonces, devenidos hoy en funcionarios de un gobierno decidido a arrasar con todo vestigio de la larga y dura reconstrucción de la justicia.
Honorable es quien es honrado y merece el respeto o la estima de los demás. Sin embargo, esta pretenciosa Corte Suprema de In-justicia, que suele ser tratada con ese nombre, no podrá serlo más después de elevar al rango de sentencia la impunidad de los genocidas. Una impunidad bendecida también por obispos, siempre a contramano de la historia y de su Pueblo, al que ayudaron a castigar con sus controvertidas acciones durante la dictadura.
Sentados a la mesa de la indignidad y la injusticia, apañados por los eternos medios cómplices, los poderosos dueños de la Argentina se disponen a gozar del banquete de la revancha antipopular, sazonado por los sucios dictámenes de los cortesanos inmorales. La historia habrá dado, entonces, otra vuelta en su espiral degradante, para quedarse sin memoria, sin verdad y sin justicia.

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