lunes, 1 de octubre de 2018

INDUCIDOS Y DOMINADOS

Imagen de "Nexos"
Por Roberto Marra
Inducir es la palabra del momento. Nos inducen a pensar lo que no somos, lo que no sentimos, lo que no deseamos. Nos inducen a adherir a criterios que nunca tuvimos, a políticas a las que jamás adscribimos, a proyectos que van contra nuestros intereses. Nos inducen a utilizar vocablos de otras lenguas, a despreciar a nuestros ancestros indígenas, a admirar a nuestros dominadores. Nos inducen a ser insolidarios, a valorar lo superfluo y desdeñar lo trascendente, a odiar a nuestros benefactores y a amar... al FMI.
Para lograr esos efectos persuasivos, quienes pretenden operar sobre nuestros pensamientos se valen, fundamentalmente, de las herramientas mediáticas. Años de estudios y miles de cerebros puestos al servicio de descubrir las diversas formas de dominación de grandes masas de individuos, han ido perfeccionando la penetración y avasallamiento de nuestros valores, transformándolos a base de realidades virtuales y mentiras sacralizadas como verdades absolutas.
Actores fundamentales de esos procesos inductivos, son las encuestadoras. Se trata de empresas que, utilizando una ciencia exacta como la matemática estadística, pueden analizar con rigor la realidad o... elaborar realidades a pedido de quienes pagan sus costosas campañas. El Poder se vale de estos prolíficos fabricantes de “verdades estadísticas”, para asegurar su continuidad. Las industrias utilizan estos métodos para vendernos productos inservibles, como si fueran imprescindibles. Y los políticos deshonestos, intentan capturar la voluntad del electorado elaborando fantasiosas cifras de adhesión a sus muecas de campañas.
Comienzan ahora, por estos tiempos de debacle financiero del proyecto neoliberal, a pulular por las pantallas estos “serios” representantes de las “inequívocas” estadísticas, para asegurarnos que han descubierto otras verdades. Son esas que intentan certificar la defunción del “populismo” a base de matar la popularidad de sus líderes auténticos. Muerte que declaran mediante las muestras obtenidas por sus dudosas encuestas telefónicas, a través de las cuales descubriremos que aquellos ya no tienen futuro y otros crecen sin techo en la consideración de las masas.
¡Oh, casualidad!, los que parecían casi desaparecidos de las posibilidades de “éxito” electoral, comienzan ahora una carrera ascendente en los porcentajes, que se apuran a mostrar los monigotes que ofician de comunicadores del Poder, haciendo burdo incapié en el “notable estancamiento” de la imágen de su “alter ego” del odio. Los que hasta hace un rato abrazaban al genocida social que preside el gobierno nacional, ahora aparecen como la oposición “sana” y “republicana” del mismo proyecto, mostrados con cifras de adhesiones tan increíbles como sus rostros de piedra con sonrisas de cartón.
Datos y más datos, cuadros y más cuadros, barras, líneas y porcentajes. Toda el herramental de la ciencia real para validar lo irreal. La inducción en su máxima expresión y su peor miseria moral. La sociedad embrutecida y cansada, termina por aceptar esas cifras y tendencias, inclinando sus irreflexivas acciones hacia lo que le muestran con perversa certeza los fabricantes de ilusiones electorales.
Pero las matemáticas, lo sabemos, es el reino de la abstracción. Es una elaboración de la mente humana para comprender su universo y desarrollarlo. Abstractos resultan, entonces, los resultados de las estadísticas del futuro. Simples valores de referencia, que muchos se apuran a endiosar para asegurar triunfos que no siempre responden a los designios de los gurúes de los números y las tablas. Deseos irreflenables que pretenden convertir a los peores, en dioses de un ocaso que no será tal, solo si los encuestados se atreven a olvidar sus respuestas inducidas. Y tomar por asalto sus esperanzas, inundando de voces y votos las calles del futuro.

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