Imegen de "Salta a diario" |
Por
Roberto Marra
Hay
quienes juegan siempre con las cartas sobre la mesa. Hay otros que
esconden siempre algún as bajo la manga, engañifas que les otorgan
ventajas irremontables, ganadores por la fuerza de sus artimañas y
sus hipocresías. Y están los otros, los que, sin esconder sus
cartas, las exhiben por su reverso, dejando las dudas lógicas sobre
sus jugadas futuras, sembrando esperanzas y sospechas en iguales
proporciones.
Las
medias tintas son las más utilizadas por estos tiempos de caída en
picada del régimen macrista. Son el método preferido por diputados,
senadores y gobernadores genuflexos, gatopardistas por antonomasia,
ejemplares de una raza de cobardes y/o acomodaticios que desatan sus
verborragias opositoras a todo y a nada al mismo tiempo. Incapaces de
gestionar con autonomía ideológica, están siempre atados a los
requerimientos del verdadero Poder, el que les sostiene las riendas,
el que les marca la cancha y las cartas con las que jugarán sus
partidas tramposas frente a los honestos.
Se
apuran, ahora, a ofrecer unidades a medias (como no podría ser de
otra manera). Agilizan sus pasos para impedir el avance de quienes
podrían convertirse en la piedra en los zapatos de los poderosos que
los sostienen a ellos. Convocan hipócritamente al recuerdo de las
figuras emblemáticas de un movimiento político y social que nació
al calor de la creación de derechos que ellos ayudan a destruir con
sus votos. Generan propuestas de mediocridades acordes a sus medias
intenciones. Tiran sobre la mesa cartas que esconden los números que
saben que destruirán a los que adhieran ingenuamente a sus patrañas
discursivas.
Atienden
solo su juego, desdeñando las cartas sólidas que los demás
jugadores puedan mostrar. Guardan siempre un fraude entre sus ropas
elegantes, listo para mostrar cuando la marea ciudadana adquiera
ribetes peligrosos para sus necesidades de sostenimiento del status
quo. Con guiños deshonestos acumularán dudas en los rivales. Con
intercambios de cartas pretenderán sobornar a sus envidiados
rivales. Con denuncias tan falsas como sus ases, intentarán sacar
del juego a los mejores jugadores, a los auténticos representantes
del sentimiento de un Pueblo al que esta runfla de truhanes viene a
quemar en la hoguera de sus prebendas.
Caminan
por la cornisa de la honestidad, resbalando siempre hacia el abismo
de la mentira y el desprecio por la sociedad que pretenden conducir.
Transitan esa famosa “ancha avenida” de una mitad inexistente,
que ni es avenida ni es ancha. Solo se trata de un oscuro sendero
hacia el infierno de la miseria y la desaparición de la Patria que
tanto nombran en sus discursos vaciados de una historia donde
pretenden incluirse con la altivez de los inútiles soberbios sin
intelecto.
Son
parte del método perverso de dominación de las mayorías populares.
Son la maquinaria politiquera que pretende transmutar el pasado
reciente en recuerdo oprobioso. Son el alma de la mentira organizada
para convertir a la Nación en una nueva colonia, con la segura
participación de ellos mismos en la dirección de semejante infamia.
Son el pretendido recambio que el Poder necesita, la media tinta de
un final de horrores escondidos en la sucia manga de la injusticia y
la traición.
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