Imagen de "Taringa!" |
Por
Roberto Marra
Nada
mejor que no ver, para no sentir. Este axioma parece ser el
predilecto del sistema mediático, que nunca muestra lo que sabe
peligroso para mantener sus sostenes políticos y financieros. De él
se valen para elegir las noticias y realizar sus análisis. Con él
caminan a la cabeza de los idiotizados por la senda de la ignorancia
placentera, la estupidización obnubilante, el atropello a la razón
que evita descubrir las verdades liberadoras de alternativas
peligrosas para el Poder.
Así,
mientras las pantallas se inundan de cifras y cuadros estadísticos
sobre la evolución del dólar, los salarios, los precios y el
“riesgo país”, por detrás nos pasan hileras de tanques de
guerra yanquis transitando hacia las nuevas bases que se preparan
para su establecimiento formal y físico en nuestro territorio. Son
la concreción del “sueño americano” (el de ellos), alistándose
para fijar un dominio que, en lo cultural, ya lograron hace rato.
A
nadie parece interesarle (o a demasiado pocos, para ser justos) que
la mayor potencia económica y militar del Mundo establezca bases
militares en nuestra tierra. Tal vez crean, por ventura, que se trata
de verdad de luchar contra el narcotráfico o el terrorismo, disculpa
pueril pero suficiente para abrir los brazos a su llegada por parte
de los cómplices y adláteres del (des)gobierno nacional. O puede
que deseen, tal como dicen algunos apátridas de escasas neuronas,
que mejor que flamee la bandera de rayas y estrellas antes que la
“inútil” azul y blanca.
Agua
y petróleo, litio y gas, alimentos y medicinas. Esos son los reales
objetivos materiales para desparramar la obscenidad de sus
presencias. Pero no acaba allí. El dominio continental necesita de
sus presencias para acabar con el “peligro populista” para
siempre. Sus misiles apuntarán a Evo y su renacida Bolivia, listos
para destruir la virtuosidad que no soportan de un proyecto de
desarrollo ejemplar, al que han logrado derrotar en ese tribunal
europeo que pretende llamarse internacional, impidiéndole la salida
al mar que los imperios le bloquearon desde hace mucho más de un
siglo.
La
militarización de las calles, la proliferación de la violencia
institucional, el armamentismo desatado para amedrentar a las
mayorías y sostener un modelo que solo puede terminar en rebeliones,
ha hecho que el Poder se cure en salud, trayendo a los “marines”
a nuestras tierras, desembarcando en “cabeceras de playas” que
son solo el principio del dominio absoluto, al que accederán
mediante el sistema financiero que, además de arrasar con la
producción y el trabajo nacional, se apresta a quedarse con las
empresas más importantes.
Un
“combo” de alegrías infinitas para los vendepatrias que
sustentan estas intervenciones encubiertas. Sus negociados estarán a
salvo, asegurándodes las “migajas” que los invasores les proveen
para ejercer sus deleznables oficios mercenarios. Los actores del
periodismo les brindarán la cobertura mediática que tapone el
conocimiento de las mayorías, acumulando más vergüenzas a las que
ya llevan sobre sus espaldas cobardes.
Mientras
tanto, en el Congreso Nacional, muchos continúan discutiendo la
cuadratura del círculo, simples cruces verbales de poca monta,
tontos manotazos entre barras sin otra ideología que la conveniencia
individual. Muy pocos, casi nadie, se anima a plantear las invasiones
silenciosas que preanuncian un regreso al coloniaje vil. Escasos son
quienes se atreven a plasmar sus prevenciones patrióticas en
palabras escritas en proyectos de leyes que nunca se tratan.
Ya
parecen enterradas las palabras señeras de los grandes soñadores de
una Patria liberada. Lejos han quedado las ilusiones tan mentadas de
autonomías que no tenemos y futuros atascados en medio de tantos
oprobios y miserias. Cerca se ven ahora los fusiles enemigos, la
barrera que pretenden infranqueable hacia la recuperación de lo que
nunca pudo culminarse. Pero la palabra imposible no existe en el
vocabulario popular. Y el tiempo se encargará de demostrarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario