Por Dr. Rubén Visconti*
El título pretende confirmar nuestra aseveración de que todas las
dificultades que puedan presentarse destinadas a impedir el progresivo avance
que en el campo económico y social iniciado en 2003 se han logrado, bajo el
lema “PARTICIPACION DEL ESTADO EN LA ECONOMIA”, se centrarán, a nuestro
entender en el comercio internacional, sintéticamente, si el resultado de las
importaciones versus las exportaciones
producirá un saldo favorable a estas últimas, con la condición de que ese saldo
no sea inferior a aproximadamente 10.000 millones de dólares o algo más.
Las primeras, las que no se pueden ni se deben suprimir son las necesarias
para el mantenimiento de nuestra producción industrial, agropecuarias y otras.
Todas las actividades que aporten al crecimiento de nuestro PN deben recibir
los insumos para seguir creciendo cada vez más.
Claro, cuando esos bienes o insumos importados pueden ser elaborados en
nuestro país reemplazando las importaciones, se debe poner en marcha un plan
que conduzca a la satisfacción de esos propósitos, mediante las inversiones,
créditos bancarios, beneficios impositivos que las faciliten e impulsen.
Hacer un llamado nacional para que todos aquellos que deseen participar en
estos proyectos se presenten ante las autoridades para convenir las
posibilidades destinadas a la resolución positiva de estos planes, inversiones,
beneficios y capacidades técnicas y otras condiciones complementarias.
Ese llamado podrá incorporar a los
interesados extranjeros, así como a las fábricas ya instaladas en el país que
necesiten esos insumos que hoy día
importan.
Pero, diferente es el otro problema, el de las importaciones prescindibles
ya que en este aspecto podemos coincidir algunos y otros no.
Por ejemplo, sectores sociales de gran capacidad adquisitiva pueden
reclamar el derecho a adquirir bienes importados ya que, como es una costumbre
entre nosotros, lo nacional no tiene calidad.
Pero, otros sectores sociales altamente mayoritarios pueden prescindir de
esas importaciones dado que sus ingresos no son suficientes y porque, además, como
consecuencia de ese nivel adquisitivo nunca han incorporado esa necesidad de
consumir lo importado.
En el primero de los dos sectores podemos citar a título de ejemplo a los
adquirentes de autos importados, de camisas, corbatas y traje ingleses, de
vajilla china, de zapatos italianos, de vestidos franceses, etc., etc., etc.,
de cigarrillos ídem, etc., etc., etc.
Claro que como el monto de esas importaciones aparecerían como de un valor
total poco significativo, “sus víctimas” pondrían el grito en el cielo en forma
similar a los que protestan que en el país no hay libertad de expresión en
tanto escriben y gritan sin restricciones todos los juicios e insultos que se
les ocurren.
Bueno, por si acaso, tomémoslo como un chiste; una chirigota, como decía mi
profesor de física cada vez que se le interrogaba por algo incorrecto. No
obstante lo cual alguna exageración hay, dado ya que los autos fabricados en el
país son bastante modernos y eficientes. Además para aumentar las cantidades a
no importar podríamos agregar los chocolates suizos y las motocicletas de alto
porte.
Redondeando, de lo que estamos seguros es que en el monto de valores
importados se esconde una cifra que podría llegar a ser más que interesante
para prohibirlas sin sufrimiento para nadie ya que existen sustitutos
nacionales para suplirlas.
Por ahora, nos reduciremos al tema global basados en la necesidad de
reducir las importaciones para mejorar el superávit de la balanza externa ya
que si no lo hacemos y continuamos respetando las decisiones tomadas por las
petroleras de bajar su producción de
petróleo podríamos vernos en dificultades.
Lo que conlleva reiterar la expresión de que “vivir con lo nuestro” como lo
escribiera un conocido economista compatriota es una exigencia que puede transformarse en una necesidad insoslayable
destinada a asegurar el superávit referido.
No vaya a ser que por respetar el deseo de algunos de importar sus
calzoncillos desde Londres o Nueva York
comience a faltar guardapolvos gratuitos para los escolares argentinos, o peor,
falte pan en sus mesas.
Otra cosa son las remesas de las utilidades empresarias, beneficios
obtenidos del trabajo argentino destinado a que los dueños del capital en el
extranjero tengan sus panzas llenas.
*Doctor en Economía, Docente de la UNR
Miembro del CEP
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