sábado, 31 de marzo de 2012

LA TRAICION DE LOS EX-AMANTES


Por Dr. Rubén Visconti*

A  lo largo de mi vida he podido comprobar que algunas conductas y actitudes de los seres humanos son tan iguales y repetibles que, a pesar de que desde el punto de vista racional sería imposible, pueden ser predichas con tanta seguridad que nos impulsa a construir una teoría, llamando a esas actitudes, como verdaderas leyes. Lo mismo que a los fenómenos de la naturaleza que por  reiterarse permanentemente sin cambios, iguales a través de los tiempos infinitos, se los denomina leyes.
¿Por qué me han venido a cuento las reflexiones que expondré a continuación? Casualmente por lo que vengo mencionando en el párrafo anterior. A partir  de un hecho vengo observando que todos los protagonistas que los han producido actúan de la misma manera. Seguramente es una exageración el llamarlas ley, pero qué ganas vienen de llamarlas como si fueran tales.
Me estoy refiriendo a las conductas a la que responden personajes de la política activa, en algunos casos ex-funcionarios de  altísimo nivel y otros no tanto, pero sí de elevada exposición, al pasar de acompañantes solícitos  y colaboradores y, además, boquigrandes en programas de la TV y otros, a ser opositores tenaces y elocuentes de lo que ayer aplaudieron brindando su apoyo intenso y sin mengua, y hoy pasaron a ser críticos más severos.
Sorprenden, por lo demás, que al pasar de  una posición a otra no adviertan que quedan expuestos a que, a pesar de que los citan y exponen sus rostros ante las cámaras, no los respetan sino que los burlan usándolos para sus propios fines. Son simples marionetas que se prestan al servicio ajeno, que son los representantes de todo aquello que los justificó en sus anteriores conductas de severos críticos, denunciantes y adversarios tenaces que vinieron sosteniendo hasta que el “hecho” ocurrió.
Y como es fácil suponer que en estos cambios siempre sabe jugar un papel importante el dinerillo oculto, en estos casos afirmamos que no, que los cambios de actitudes son solo generados por una especie de desquite, de la auto importancia de considerarse poseedores de “secretos” de inconductas ajenas, de privilegios otorgados sin legalidad, ser especiales como informantes como solo ellos pueden serlo ya que estuvieron por un tiempo en la “cocina” de lo que denuncian, guardándose para sí que ellos no fueron los favorecidos porque se opusieron y por ello se sintieron dejados de lado.
En conclusión, ese conjunto de reacciones que los llevan a ser denunciantes privilegiados, opuestos a todas las inconductas y errores de los otros, los llenan de orgullo y de placer cuando los indagan los picaros para tirarles la lengua, no advirtiendo que solo son muñecos utilizables cuya importancia será solo transitoria y efímera, ya que los alcahuetes no son útiles nada más que para esa función para luego ser enviados al pozo ignoto de los despreciables.
Estos comentarios nos han surgido y urgido de ser comentados como consecuencia de un  programa de TV denominado “Palabras más, palabras menos”, durante la cual  los periodistas que la dirigen cumpliendo  eficientemente esas funciones indagaron a uno de los personajes que puede ser tomado como una figura clase de todo lo expresado.
Nos referimos a el Secretario General del Sindicato de Empleados Judiciales, que hasta ayer nomás en su calidad de diputado acompaño todas las medidas, leyes y  posiciones puestas en vigencia por el Gobierno Nacional, se expresó como uno de sus más importantes críticos, construyendo un plan económico propio, pero además, cometió, exagerando a la máxima potencia, una crítica coincidente con todos aquellos que acusan de que en el país no existe libertad de expresión, lo que justificó analizando la no  puesta en marcha del total potencial de la ley de medios, que él apoyó, pero que no se cumple.
Papita pal loro, dijeron los periodistas, que se abalanzaron como bichos sedientos sobre el declarante para extraer de semejante y falsa afirmación todo el potencial que la misma les concedía.
Lo primero que pensé al decidirme a escribir esta nota fue cual era el título que debía ponerle y se me ocurrió ponerle ¡AY,CARMELA ¡ AY, CARMELA!¡AY, PIUMATO! ¡AY, PIUMATO!, pero luego reflexioné que quizás daba lugar a una humorada que le quitaría nivel e importancia y preferí el que le puse.
Claro, que por otra parte, referirme  solamente a Piumato hubiera sido una total injusticia ya que existe un número creciente de personajes que pueden ser señalados como ejemplo: Moyano, el actual Secretario General de la CGT, Alberto Fernández, el ex-jefe de Gabinete, periodistas a granel, con el agregado de que en sus cambios de posición podemos pensar que  en  estos casos  todo se debe relacionar con dinero, pero como es un hecho conocido y reconocido, nos quedamos con los ejemplos elegidos que consideramos suficientes para que una vez  observados y analizados con detalle, nos autorizan a denominar como “leyes del comportamiento humano” las que los mencionados y tantos otros obedecen a reglas de conductas que merecen recibir la calificación de tal.
Por eso creemos correcto el título elegido porque estas conductas pueden compararse sin riesgos de equívocos a los ex-amantes que son los únicos capaces de pasar del amor al odio tan fácilmente como los señalados.

*Doctor en Economía, Docente de la UNR,
  Miembro del CEP

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