Imagen de "El Informador" |
Puede
uno pensar que no es posible, para alguien acostumbrado a mostrar
bajezas y perversiones periodísticas a menudo, encontrar otras que
superen sus propios records. Pero sí es posible, dado el carácter
asumido por esos degradados comunicadores, donde el escarnio, la
mentira, el exabrupto y la liviandad investigativa (si es que hay
alguna investigación), asumen el principal rol en sus
teatralizaciones televisivas.
La
búsqueda fanatizada de elementos que permitan afirmar lo que no
existe como real, lo que no se ve como evidente y lo que no tiene
respaldo en prueba alguna como probado, encuentra siempre resultados
para sus discursos facistas, donde la xenofobia y el odio de clase se
manifiesta con el furor sanguinario que sus pertenencias corporativas
y sus cerebros sometidos les indican.
La
utilización de niños para esas repugnantes comedias
pseudo-periodísticas, llevan sus actuaciones a convertirse en
delitos aberrantes contra la condición humana de los menores,
utilizados como herramienta marketinera para elevar sus audiencias,
tan miserables como los propios conductores cuando aceptan mansamente
el abuso virtual y real sobre los más indefensos miembros de la
sociedad.
No
les importarán las leyes ni las desmentidas. No mostrarán jamás
las otras verdades. No permitirán nunca la defensa de esos
minusválidos de amor y familia, mostrados como despiadados “hombres”
malos de 10 o 12 años, asesinos de muertes y robos virtuales, resaca
a la que hay que extirpar de la inmunda “sana sociedad” que ellos
construyen con falsedad brutal.
Extenderán
sus falacias por la red cloacal de las mentiras diarias, en
repetitivos programas donde lacras de diversas especies se arrogan el
derecho de juzgar lo que no conocen ni les importa, como no sea para
exibirse como eruditos de la nada, fantaseada como sensateces
imposibles.
Mientras
tanto, lejos de las encandilantes luces de los estudios televisivos,
acurrucados en los rincones oscuros a los que fueron arrojados por la
sociedad que ahora se rasga las vestiduras por sus supuestas malas
acciones, se van muriendo muy rápido esos “niños silvestres”
que, al decir de Serrat, son solo “niños sin niños, indefensos y
asustados, que aprenden a fuerza de palos, como las bestias, a
sobrevivir”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario