¿Qué
hace que una persona como Evita quede para siempre en nuestra
memoria? ¿Qué extraña fuerza nos empuja hacia esos recuerdos cada
vez que intentamos pensar en algo libre, bello y justo? ¿Cual será
la naturaleza de esa atracción inexorable para obligarnos a pasar
por el corazón cada una de sus palabras y, desde allí, elaborar
nuestros pensamientos?
Tal
vez la pasión sea una buena respuesta. O tal vez la razón
encontrada en cada una de sus sentencias. Puede que se trate de sus
gestos, suaves y tiernos con los débiles y rabiosamente duros con
los altaneros engreídos del Poder. A lo mejor se trata solo de su
sonrisa, fuente del amor de millones y receptora del odio de otros
tantos.
No
se le hizo difícil penetrar las conciencias de los abandonados, los
desposeídos, los desnutridos, los eternos “nadies” de la
sociedad. Lo real es que, después de décadas de ausencia, continúa
ejerciendo su mandato sobre los herederos de aquellos que
descubrieron, por su acción, que eran también hombres y mujeres
dignos de ser respetados.
Pasó
por la vida como un huracán de benevolencia, arrasando injusticias y
enfrentando montañas de miserias arraigadas por una historia mal
contada para ocultar la verdadera. Devastó falacias y mendacidades
que los poderosos utilizan siempre como armas silenciosas contra los
pueblos. Y solo calmó sus fuerzas ante las sonrisas de los pibes que
soñaba como sus propios hijos.
Construyó
un mundo breve pero eterno. Marcó caminos y transitó por ellos.
Señaló falencias y generó respuestas. Disparó verdades que
atravesaron los muros mediáticos de los enemigos de una Nación que
comprendió como solo puede hacerlo quien pone su corazón al
servicio de la razón.
Se
convirtió en abanderada, dirigente, líder y, por sobre todo,
arquitecta definitiva de un edificio siempre inacabado, que millones
de apasionados albañiles estarán dispuestos a continuar, poniendo
ladrillos de esperanza sobre la argamasa de la dolorosa realidad, esa
que Evita enseñó a enfrentar siempre con la mirada en los otros,
que también son la Patria.
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