miércoles, 12 de julio de 2017

TIEMPO DE TRAIDORES

Imagen de "Gonzalo Villar - WordPress.com"
Por Roberto Marra
La palabra “traidor” proviene del latín “traditor”, que significa “que entrega”. Por fuera de lo deleznable que resulta la deslealtad, la doble cara, la falsedad de los actos y las palabras, cuando se trata de relaciones interpersonales, hay una instancia que resulta agravante, y es cuando se trata de la traición a los representados por parte de quienes han asumido funciones públicas en nombre de esas personas. Allí, lo que se está entregando es la confianza y la esperanza de millones de personas, que las otorgan en nombre de sus sueños más trascendentes.
La vacuidad de los dichos previos a ser electos se descubre cuando ya es demasiado tarde. El engaño estallará frente a nosotros y pocas son las armas legales que se tendrán para corregir tamaña afrenta al sentido de la dignidad avasallada. No alcanzarán las broncas y gritos destemplados, porque el traidor es inmune a sus efectos. Carece de la moral necesaria para sufrir por las acusaciones que se les hagan.
Claro que las traiciones pueden ser encubiertas mediante artimañas discursivas mediáticas, elaborando mensajes repetidos de culpabilidades ajenas para salvar el pellejo de estos ingratos, que pasarán así de villanos a héroes en cuestión de segundos televisivos, a través de falacias preparadas por las usinas de pensamiento de los verdaderos “padres” de los traidores: los perpetuos señores del Poder.
Los traicionados dirigirán entonces todos sus revanchismos hacia los supuestos “judas” señalados por los verdaderos traidores. Gracias a la perversa habilidad de los entreguistas reales, intentarán destruir honras y vidas de quienes fueron elegidos como alternativa para los golpes de la sociedad, que aprovechará para lavar sus propias responsabilidades a través de la destrucción de  figuras públicas opuestas a los designios de los grupos de poder dominantes.
El problema de esta enfermedad social de la traición, es que su origen deviene de la condición humana misma. Forma parte de la construcción milenaria de nuestra psiquis, alimentada por historias atravesadas por circunstancias que ofician de zancadillas morales, las cuales no todos pueden salvar, aun cuando lo deseen.
Por estos tiempos de traidores con sonrisas delatoras, de infieles con discursos amañados, de falsos personajes construidos con el solo propósito de destruir al enemigo ideológico, de temblorosos representantes del odio irracional puestos en la escena mediática para fungir de candidatos serios, valdrá la pena y el esfuerzo de utilizar la memoria, reservorio último de nuestra conciencia, para aprisionar en un rincón profundo de ella, a estos merecidos habitantes del noveno círculo del Infierno del Dante.

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