Imagen de "Mente Poderosa" |
El
miedo es una reacción instintiva a la percepcion de un peligro, real
o supuesto, pasado, presente o futuro. Es una emoción que puede
activar reacciones diferentes en los individuos, pero básicamente
sensaciones de angustia y ansiedad.
La
escuela suele tener, dependiendo de quienes diseñen los planes de
estudio y formación, elementos de dominación de los alumnos a
través de ese sentimiento transmitido mediante relaciones de poder,
puestos de manifiesto con ese fin, por los docentes y las
autoridades.
También
las relaciones familiares contienen este elemento constitutivo de los
procesos de aseguramiento del dominio de unos sobre otros. El
patriarcado está construído con el miedo de la mujer hacia el
hombre, lo cual puede derivar, en casos extremos, en esos sonados
casos de femicidios desatados por imperio de tales relaciones
perversas de poder.
La
sociedad en su conjunto sufre las consecuencias del miedo como
herramienta de dominio de unos sobre otros. Con distintos grados de
sutileza (o no) se aplican métodos coercitivos para orientar los
destinos de las mayorías hacia lo que le conviene a las minorías
empoderadas históricamente como amos económicos y culturales de
nuestras vidas.
Mensajes
directos o subliminares, frontales o indirectos, llevan a los
individuos a temer el desarrollo de sus propios pensamientos,
aceptando pasivamente lo que los perjudica a cambio de no despertar
la ira violenta de los poderosos. Se convierten así, en mansos
reproductores de una sociedad sin libertad ni futuro, como no sea el
impuesto por los dueños del Poder.
Pero
todo tiene límites en las relaciones sociales. Existen momentos
donde el temor deja de ser suficiente barrera para pensar la realidad
y verla tal cual es. Son esas situaciones derivadas de los excesos
del poder, cuando traspasan límites insoportables, o cuando nada más
se tiene para perder.
Allí
se desatarán las reacciones que, si son conducidas con razón y
coherencia, podrán dar un salto incondicional por sobre los
generadores de ese pánico asfixiante, a quienes habrá de apartarse
para siempre del comando de nuestras vidas, liberando las fuerzas
creativas para abrir paso a una sociedad, definitivamente, sin
miedos.
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