Por Roberto Marra
La palabra “vergüenza” es muy interesante. Tiene acepciones divergentes, que dependen del contexto y las circunstancias en las que se use. Sirve para señalar timidez o modestia, virtud de personas que no se creen más que nadie. También se usa para marcar dignidad o decencia, distinción de quienes demuestran actitudes de honestidades manifestadas en sus conductas y sus formas de expresarse. Aparecen aquellos que señalan las malas vergüenzas ajenas pero sin mirar las propias, a las que se deben suponer siempre impolutas. Pero están los que humillan, deshonran, ultrajan, degradan y manchan con toda la maldad que les sale de sus pobres almas de imbéciles a quien se les ponga frente a ellos. Ellos son los portadores de las peores vergüenzas, las que nos abochornan como seres humanos. Y a quienes, sin vergüenza alguna, debemos empujar sin cesar contra la muralla donde mueren todas las desvergüenzas: la de la verdad.





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