jueves, 6 de julio de 2017

EL ELEFANTE QUE NO VEMOS

Imagen de "moicani.over-blog.com"
Por Roberto Marra

Detrás de las diarias comedias de enredos judiciales, con tanta difusión de los periodistas militantes del Poder, se concretan las verdaderas acciones de este gobierno. Las maniobras distractoras de la realidad se valen de jueces, fiscales, abogados denunciadores seriales, panelistas televisivos, economistas mantenidos por la banca y los propios funcionarios del ejecutivo.
Mientras el grueso de la población discute sobre bolsos voladores, cuentas bancarias inexistentes, cajas fuertes enterradas o coimas pagadas con cheques; mientras inundan las redes sociales con infamias sobre quienes opinan diferente; mientras “timbrean” en domicilios con cámaras adentro; mientras estigmatizan a gremialistas honestos; mientras todo eso pasa por las pantallas miserables de la dominación cultural, lo que de verdad interesa desfila por detrás nuestro, como un elefante en un bazar, haciendo añicos cada derecho ganado.
Es el caso de la deuda inconmensurable tomada con el desparpajo propio de quienes no tendrán que pagarla. O el desmantelamiento del Fondo de la ANSES, ahora sí utilizado a expensas de los jubilados, presentes y futuros. O el vaciamiento de Aerolíneas, para empoderar a su propia empresa aérea. O la degradación del sistema educativo, conducido hacia una privatización encubierta por discursos hipócritas sobre calidad educativa. Y mucho más.
La frutilla del postre ha sido la fusión del Grupo Clarín con Telecom. Mostrada como la asociación de dos simples almaceneros de barrio, esta unificación prácticamente monopólica de las comunicaciones está demostrando, en la práctica, quien manda en nuestro País (aunque lo de “nuestro”, sea solo temporal).
Ahora todos debieran comprender por qué los funcionarios prefieren exponer en los estudios de TN, antes que en el Senado o Diputados. Lo verdaderamente importante se cocina en esos estudios, debajo de esas luces que enceguecen al televidente, allanando el camino hacia el dominio absoluto del  manso ciudadano de a pie, que adhiere gozoso a las mentiras que ocultan al elefante neoliberal que destruye sus sueños.
Tal vez ahora, cuando encuentre cerrada su fábrica, recuerde cuanto trabajó para hacerla crecer; o cuando se suba a un tren recuerde quien hizo posible su renovación; o cuando abra la puerta de su casa, recuerde que antes no la tenía; o cuando no pueda completar el carrito en el súper recuerde lo que valía su salario;  o  cuando vaya a un surtidor con su auto recuerde cuando pudo comprarlo.  
Después, cuando ya no tenga trabajo, no pueda viajar ni en colectivo,  tenga que alquilar, deba privarse de comidas, y ya no tenga el auto y mucho menos con el tanque lleno, deberá recordar, imprescindiblemente, las sinrazones y los odios inútiles que lo condujeron hacia allí. Y retomar el perdido camino de la construcción colectiva y solidaria de un futuro que ahora parece tan, pero tan lejano.

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