viernes, 1 de febrero de 2019

SUPERACIÓN DEL ESCEPTICISMO

Imagen de "Twitter.com"
Por Roberto Marra
Nadie podría culpar a quienes se han vuelto escépticos ante las expresiones de los actores políticos en Argentina. Son demasiados años de repeticiones constantes de discursos, la mayoría de las veces, monocordes e insustanciales. Es mucho tiempo de soportar relatos de la realidad sin el inmediato sustento de la propuesta superadora. Son acumulaciones de engaños y mentiras que, también hay que decirlo, fueron aceptadas con menos esperanzas que pereza militante.
Pero (siempre existe alguno), a todo chancho alguien le da de comer. Los protagonistas visibles de la actividad política son fáciles presas para acumular sobre ellos las frustraciones sociales derivadas de la inacción popular, la cual resulta adyacente al almacenamiento diario de horas mediatizadas que la provocan.
A sabiendas y con ese propósito, el Poder y sus medios actúan con particular denuedo en la búsqueda de la quietud enervante de la sociedad, aún cuando sus vidas estén siendo destruídas mediante sus planes financieros y económicos, mientras las pantallas les señalan a culpables que no lo son, para que así puede descargar su furia de odios fabricados sobre alguien de “carne y hueso”, algún “populista” que pretenda hacerle creer que es posible la justicia social.
Pero nunca faltan unos especiales colaboradores obsecuentes de los poderosos, más brutos que ignorantes, que sabrán hundir más a la sociedad en el barro de las dudas permanentes ante todo y sobre todos. Son quienes “se la saben lunga”, patanes verborrágicos sin más conocimientos que haber leído alguna historieta, pero dedicados fanáticos del chisme elaborado como verdad revelada, generalmente producto de sus “contactos”, que le asegurarán al distraído interlocutor las certezas que “necesita” conocer para odiar un poquito más todavía.
No le faltarán referentes en cualquier lugar del Mundo, cuando quiera refrendar una mentira con supuestas vivencias de sus supuestos conocidos o parientes, tan falsos como sus dichos, pero transmitidos con la “seguridad” que solo los agentes de este caos informativo pueden tener. Habrán de contarle a quien le preste atención que “le dijo un muchacho que sabe”... y a partir de allí la mentira correrá como reguero de pólvora, para terminar explotando en la conciencia amilanada de los que esperan revelaciones divinas de quienes son simples estafadores morales.
Siempre con sus particulares capacidades histriónicas a flor de piel, no les faltarán viajes por cada uno de los lugares del Planeta sobre los cuales alguien quiera opinar. Convertirán a Fidel en una hormiga sin cerebro, a Chávez en un Cantinflas subdesarrollado, a Evo en un “indio bruto” sin destino. Seguro que habrán recorrido Europa, para la que solo tendrán elogios de órdenes y progresos, de limpiezas y lujos, de hoteles y casinos de ensueños donde, además, le contarán de cuando hicieron “saltar la banca”.
No les importa la verdad, como no le importa al Poder, salvo para dominarla y retorcerla a su gusto y necesidad. Son el muro sólido que impide el avance de la capacidad movilizadora de quienes pudieran acceder al conocimiento de las otras verdades, las aplastadas por la maquinaria comunicacional perversa y sus colaboradores obsecuentes.
Es el escepticismo militante el que está derrotando al Pueblo. Es la desmemoria industrializada por las pantallas y los parlantes que construyen la vergüenza de ser honestos militantes por la justicia y la libertad. Son los cómplices de un Poder ensoberbecido quienes elaboran la enervante quietud de los integrantes de una sociedad transformada en ninguneada observadora de los acontecimientos, como en un escenario teatral donde resulta ser su frustrada protagonista, pero sin guiones alternativos para seguir.
Como en cualquier laberinto, de este también solo se podrá salir por arriba. Derrotando la incredulidad y la desconfianza con la militante actitud de crear su propio guión, elegir al director y nombrar a quienes sean capaces de “iluminar” con verdaderos conocimientos, el escenario de luchas sin cuartel contra los fabricantes del dolor y la inmoralidad. Vencer, será la simple consecuencia de la perseverancia. Y acabar con el miedo a los poderosos y sus cómplices farsantes, la llave para terminar con la dominación de esos cobardes asesinos de futuros.

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