 |
| Imagen de "animales10.com" |
Por
Roberto Marra
La
soberbia es la actitud propia de los engreídos de saberes
superiores. Jactándose de sus supuestas capacidades extraordinarias,
presumen de ellas ante quienes quieran oirlos... y también ante
quienes no quieran.
Con arrogancias propias de intelectualoides de café con leche, tratan con desdén a sus interlocutores, los arrastran por la indignidad de los insultos y menoscabos, para hacerles sentir las superioridades que no pueden sostener con esas “verdades” derivadas de historias fabricadas como un cóctel ideológico basado en descontextualizaciones de grandes pensadores. Petulantes sin remedio, en vano será intentar un diálogo que terminará, invariablemente, en alardeadas manifestaciones de desprecio a quienes intenten acercar otras visiones del tema que se trate. Baladronean conocimientos superiores para acabar con cualquier oposición. Enrostran sus presuntas experiencias como latigazos al corazón del oponente, intentando perforar sus conciencias con los dardos envenenados provistos por páginas cortadas de algún autor al que nunca terminaron de leer por completo, y menos de entenderlo. Se arrogan saberes que sobrevuelan muy por encima de los simples mortales que no piensen como ellos, con la altiva vanidad que se deriva insostenible al chocar con la realidad que soslayan con frases de ocasión, que parecen sacadas de algún manual de la vanagloria. Y, felices por el seguro y miserable triunfo que sabrán obtener con tales actitudes negadoras del oponente de ocasión, se reunirán con otros símiles miembros de esa casta de engreídos sin remedio, para festejar otro paso más en la fatuidad de sus alardes extraídos... de un barril sin fondo.
Con arrogancias propias de intelectualoides de café con leche, tratan con desdén a sus interlocutores, los arrastran por la indignidad de los insultos y menoscabos, para hacerles sentir las superioridades que no pueden sostener con esas “verdades” derivadas de historias fabricadas como un cóctel ideológico basado en descontextualizaciones de grandes pensadores. Petulantes sin remedio, en vano será intentar un diálogo que terminará, invariablemente, en alardeadas manifestaciones de desprecio a quienes intenten acercar otras visiones del tema que se trate. Baladronean conocimientos superiores para acabar con cualquier oposición. Enrostran sus presuntas experiencias como latigazos al corazón del oponente, intentando perforar sus conciencias con los dardos envenenados provistos por páginas cortadas de algún autor al que nunca terminaron de leer por completo, y menos de entenderlo. Se arrogan saberes que sobrevuelan muy por encima de los simples mortales que no piensen como ellos, con la altiva vanidad que se deriva insostenible al chocar con la realidad que soslayan con frases de ocasión, que parecen sacadas de algún manual de la vanagloria. Y, felices por el seguro y miserable triunfo que sabrán obtener con tales actitudes negadoras del oponente de ocasión, se reunirán con otros símiles miembros de esa casta de engreídos sin remedio, para festejar otro paso más en la fatuidad de sus alardes extraídos... de un barril sin fondo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario