miércoles, 21 de noviembre de 2018

BONOS Y... BONOS

Imagen de "Portal de Noticias"
Por Roberto Marra
Empujado por la realidad, el gobierno nacional convocó a los capitostes de la CGT para ofrecerles un “bono” para fin de año. Allí fueron los acostumbrados componedores de conflictos de intereses con el Poder, para terminar aceptando la dádiva de una promesa que, encima de males, nadie sabe con certeza si los trabajadores cobrarán. Escenógrafos por naturaleza, prepararon la puesta con la imprescindible profusión mediática falaz, de manera de convertir todo en una bola de dudas irresueltas destinadas a distraer a los desprevenidos y posponer estallidos de lógicas luchas gremiales.
Ese bono, el destinado a los trabajadores, es motivo de miles de controversias sobre su monto, sobre quienes serán beneficiados y quienes no, si podrán las pequeñas empresas hacer frente a las erogaciones que implican o qué provincias lo otorgarán y cuales no. Incertidumbres y vacilaciones que solo postergan discusiones sobre salarios miserables y pérdidas adquisitivas monumentales.
Otros bonos, los financieros, sí que están otorgando beneficios inimaginables en cualquier País del Mundo. Sí que están seguros sus poseedores de las ganancias exorbitantes que les permitirán huir a sus guaridas fiscales en poco tiempo, dejando el tendal de pobrezas sobre nuestro suelo avasallado. Esos bonos no tienen discusión alguna, no se duda sobre sus fáciles obtenciones y sus rápidos rendimientos para los afortunados ladrones tratados como “inversionistas”, simples capitales “golondrinas” que retornan veloces a sus orígenes fraudulentos, convertidos en “blancos” monumentos al lavado.
La avaricia expresada en su máxima dimensión, produciendo tanto daño como pueda, quedándose con el producto del trabajo de millones de ninguneados, arrancando los frutos de una tierra inmolada para el rápido beneficio de un puñado de pseudo-empresarios, viles manoteadores de billeteras ajenas de cuellos duros y caras de piedra.
Con payasescos personajes de ciencia ficción política rondando los pasillos de la Rosada, han logrado lo que nunca, con el simple ejercicio de inventar historietas de robos de PBI, contenedores enterrados y cajas fuertes escondidas en dobles muros... de ladrillos de 15. “Cómics” donde los superhéroes ni son superiores, ni mucho menos héroes. Cuentos para tontos, convertidos en relatos “serios” por los impostados voceros del mal, siempre dispuestos a vender sus pobres almas al diablo que les llene de dólares sus cuentas bancarias.
Nada mejor, para cubrir sus andanzas y maniobras, que contar con jueces y fiscales adictos a la misma “droga” verde que los periodistuchos de ocasión. Por allí van entonces los opositores, desfilando por tribunales tan oscuros como sus paredes sucias, tan deshonestos como sus supremos, tan falsos como sus discursos, vacíos de probanzas y repletos de indignidad. Destinos seguros, si los hay, los antiguos funcionarios sin condenas, las sufrirán igual, apaleados por una sociedad obsecuente con los poderosos y renegados de sus propios orígenes y pertenencias.
Se hace imprescindible, entonces, retomar la comparación entre ese dadivoso bono de la miseria, esa insignificante y repugnante manifestación de la pobreza, con los inmensos volúmenes de riquezas transferidas al exterior por los especuladores de los otros bonos, los financieros. Y será vital para la construcción de una sociedad equitativa, que los traficantes del centenario sudor argentino paguen sus culpas, devuelvan sus riquezas mal habidas y acaben en la cárcel de la memoria consciente de un Pueblo que retome, por fin, las riendas de la Nación que le fue robada.

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