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Por
Roberto Marra
Primero,
se instala una figura. Con perseverancia, se la pasea por todo el
territorio asegurando virtudes y sosteniendo un discurso repetido
pero efectivo a los oidos deseosos de encontrar renovaciones y
esperanzas probables. Después, se visualiza una contrafigura,
también masivamente conocida, para congregar tras de las dos a la
mayoría del electorado, por efecto de una suma que, aunque nunca es
automática, resulta más que factible. Con esos ingredientes se
tendrá, elecciones primarias mediante, un triunfo más que cercano,
si nadie saca los pies del plato de la conveniencia.
Con
la actitud especulativa lógica para los tiempos que corren, de
profunda desideologización de la sociedad, de odios fabricados y
sostenidos para evitar la presencia de quienes más cercanos se
encuentran a la figura y el pensamiento de Cristina Fernández, estos
dos personajes claves en la historia reciente de la Provincia, se
aseguran de permanecer a distancia “prudente” de quien los
cobijara antes para alcanzar cargos de notable importancia.
En
esa concepción política, la de elaborar candidaturas en base a
figuras, a individuos de algún predicamento entre la población,
antes que de establecer las bases programáticas que los sustenten,
lo primordial es ganar. A como de lugar, de cualquier forma, por
cualquier camino. Después, en todo caso, se verá como transitar la
dura tarea de gobernar.
No
es improvisación, no se trata de ineptos ni tontos. Son hábiles en
lo especulativo y también en las argucias que predispongan al
electorado a confiar en ellos que, al menos, les alejan el “peligro”
del “otro” peronismo, ese que denominan con gran desprecio,
“kirchnerismo”. Inteligentes visualizadores de las subjetividades
prefabricadas por la oligarquía que gobierna la Nación, se corren
de esa vereda “peligrosa” del pasado reciente, para asegurarse
los votos ciudadanos y los apoyos empresariales.
Cualquiera
tiende a pensar que cualquier cosa es mejor que el triunfo de
fórmulas repetidas de un “socialismo” que nunca lo fue o, peor
todavía, de los auténticos representantes del conservadurismo de
Cambiemos. Y es lógico que así sea. Incluso desde los propios
sectores dejados de lado en esa construcción electoralista bicéfala,
se visualizan expectativas de apoyos al final del camino de las
primarias.
Pero
queda la duda sobre definiciones que no se dan, pensamientos
concretos que no se expresan con claridad, propuestas que se
postergan con slogans o frases de ocasión, certezas sobre políticas
futuras que se guardan en secretos que no se condicen con lo
democrático. Faltan, por sobre la parafernalia discursiva de
lamentos de pobrezas e inseguridades, los trazos, al menos gruesos,
de aquello que pueda asegurarnos un rumbo claro, seguro, inviolable
tras el contrato que el electorado establezca con estos candidatos.
Refugiados
en un ensoberbecimiento exagerado, encerrados en los personajes que
se auto-fabricaron, Perotti y Bielsa transitan su etapa de
marquesinas fáciles y periodismo complaciente, instalando la idea de
la “exclusividad peronista”, actitud facilitada por genuflexos y
oportunistas varios que atisban supuestos beneficios pos-electorales.
Tal
vez debamos mirar un poco más a los costados de este dúo lanzado ya
como contendientes “imprescindibles”, que se re-alimentan uno al
otro. Tal vez a ellos mismos les convenga no olvidar a quienes
proponen alternativas valiosas, pensamientos claros, propuestas
certeras, programas convenientes para esta Provincia arrasada por
tantas miserias materiales. Y mentales. Esas que impiden reconocer a
los auténticos y honestos defensores del desarrollo santafesino, sin
cargas especulativas que retrasen, una vez más, el reloj de la
historia necesaria.
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