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Es en el Poder Judicial donde intentamos probar los sustentos
a nuestras verdades relativas, cuando nos vemos involucrados en conflictos civiles
o penales, que solo se convertirán en verdades absolutas cuando un Juez lo resuelva
con su fallo. Fiscales y defensores son también partes de este complejo y
dificultoso camino en la búsqueda de una
justicia que, además de fallar, también suele errar.
Todos sabemos también, o al menos intuimos, que en los
poderes judiciales, provinciales y nacional, se reproducen las malas conductas
que a diario vemos en otros ámbitos, privados y públicos. Arreglos espurios, falsos
testimonios, dilaciones fabricadas, son moneda corriente en esos espacios donde
la honestidad y la transparencia debieran
prevalecer.
Formados en épocas donde la organización de nuestra Nación
despuntaba, los Poderes Judiciales han sido cooptados siempre por los poderosos
sectores dominantes de la economía. Los apellidos se repiten desde entonces,
transmutando de padres a hijos los cargos, que debieran tener antes, como
premisa fundamental, la idoneidad intelectual y la honestidad moral.
Más interesados en conservar sus poderes personales que en exaltar
el valor Justicia, muchos de estos jueces y fiscales forman parte de las maniobras que
el Poder Real , ese que no se ve casi nunca, realiza para seguir acumulando
riquezas y dominio. Retorciendo las leyes a su arbitrio, destruyen vidas y
valores de muchos ciudadanos, inermes frente a semejante demostración despótica.
Cuando algún miembro de ese Poder Judicial se atreve a
ejercer sus funciones honrando títulos y cargos, aparecen de inmediato los
anticuerpos leguleyos para extirpar al que consideran un virus que amenaza los
intereses corporativos establecidos. Chantajes, coerciones y sanciones
inventadas para cada ocasión, son las vacunas usadas contra quienes se atrevan
a desafiar a los aristocráticos dueños de la verdad jurídica.
Rodeados de una burocracia creada para sus nefastos
propósitos, alejan la esperanza de justicia real para un Pueblo que, paradójicamente,
paga sus enormes sueldos exentos de todo impuesto. Parece justo pensar,
entonces, que cuando ese Pueblo tome conciencia de su verdadero poder, hará
sentir el peso de sus penurias históricas, sobre estos ultrajantes apropiadores
de las vidas ajenas. Entonces sí, será Justicia.
la gente canta: "vamos a volver". está bien, pero no tiene sentido volver si vamos a dejar que éstos jueces corruptos sigan colocándose a sí mismos en la punta de una pirámide social inconsulta y corrupta. igual que no tiene sentido volver si no vamos a aplicar hasta sus últimas consecuencias la ley de medios, y no vamos a hacer algo para evitar que 10.000 sojeros manejen el país a su antojo.
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