lunes, 17 de septiembre de 2018

PRESUPUESTO: ¿EL TIRO DEL FINAL?

Imagen de "Economía & Política"
Por Roberto Marra
Mientras la hipocresía transita muy oronda por las bocas de algunos “deudos políticos” de un ex-gobernador cordobés ante su muerte; mientras una maestra se recompone a duras penas del atentado a su dignidad; mientras las ollas que ella como tantas otras docentes sostienen cada día para alimentar a sus pauperizados alumnos, se enfrían y vacían ante la mirada hambrienta de miles de pibes que no comprenden su propia desventura; mientras las “tormentas” desatan vendavales y “turbulencias” que desploman expectativas y sueños clasemedieros; mientras todo eso sucede, hace su aparición el Presupuesto.
El primer elemento planificador de una sociedad organizada, el básico resúmen de objetivos y caminos para lograrlos, la ley que posibilita avizorar un futuro inmediato con previsibilidad, el actual (des)gobierno nacional lo ha transformado en otra de las tantas monedas de cambio para lograr sus metas vendepatrias, otro escalón en la entrega del patrimonio del Pueblo, una nueva escalada en sus avances hacia la desintegración nacional, a la medida del imperio que lo exige para sus exclusivos beneficios.
Como strippers de cabaret, los ceos del imperio muestran algo para cooptar a la claque opoficialista, para enseguida esconderse tras las cortinas de un escenario oscuro y maloliente, destino seguro que padeceremos de aplicarse la alquimia financiera y económica preparada bajo la estricta condición del sometimiento al Fondo.
Los mentimedios poco dicen sobre este preparado intragable, hecho con las peores recetas de los enemigos de la Nación, cubriendo los espacios televisivos con delirios excavadores y persecusiones imprescindibles para acabar con sus oponentes reales, realizados por los restos zombies de un poder judicial envuelto en el descrédito y la paranoia.
Comenzará ahora una “febril” actividad parlamentaria, esa que han paralizado por meses para evitar leyes que se opongan a sus designios horrendos. Se escucharán mendacidades varias, acusaciones sin fundamento de pasados inexistentes, descripciones de necesidades que no se necesitan, promesas de mejoras incumplibles, déficits ceros imposibles, inflaciones europeas y la madre de todos sus deseos: acabar con la moneda nacional, para alegría de los imbéciles seguidores de la farsa religiosa del “dios dólar”.
La realidad parece no importarles a algunos representantes parlamentarios, ocupados más en aparecer como súper-opositores, luego de haber transitado el resbaloso camino del contubernio provechoso para sus miserias morales, fatal para las esperanzas de millones de ciudadanos. La especulación al máximo de su nivel, la ética arrojada al vacio abismal de los arreglos cupulares, las farsas electorales aplastadas por la verdad de sus enconos antipopulares.
Reaparece la figura metafórica de la “insigne” vice-presidenta, con su túnel oscuro y la lucecita que preanuncia una salida o... un tren bala. Amontonados en ese tenebroso pasadizo hacia la muerte nacional, se suman cada día más y más desesperados sin destino, despedidos de fábricas otrora florecientes, obreros orgullosos de capacidades tiradas a la basura importadora, investigadores y docentes arrojados a los brazos de las corporaciones científicas extranjeras, estudiantes de universidades vaciadas, y hasta enojados “mediopelos” odiadores de quienes les ayudaron a serlo.
Queda la simple expectativa de la reacción unificada. Queda el deseo de volver sobre los pasos errados para corregir sin matar lo conquistado. Queda la porfía inacabable de un Pueblo decidido a cambiarlo todo, a sacar a los malditos asesinos del lugar inmerecido y arrojarlos a las mazmorras que, si hubiera Ley, serían sus destinos más seguros. Quedan los restos de una dignidad que está allí, escondida pero viva, oculta detrás de las miserias que nos dominaron por un rato de la historia, a la que estamos obligados a homenajear con una nueva e imprescindible utopía.

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