viernes, 7 de septiembre de 2018

ARREPENTIDOS

Imágen "MinutoUno"
Por Roberto Marra
El arrepentimiento es una noble actitud. Muestra que la conciencia le ha ganado a los intereses que pueden haber estado en juego en los hechos de los cuales ahora se lamentan los arrepentidos. Es una virtud que enaltece a la persona, que acepta sus errores y los pone a consideración de los afectados por sus acciones. Todo eso, en caso que sea producto de un afligimiento real y no simulado, lo que lo convertiría en algo mucho peor de aquello que le dio orígen a esa retractación sin sustento.
De falsos arrepentidos, los argentinos tenemos una enorme experiencia. Más en estos últimos tiempos de reaparición de lo peor del conservadurismo, donde los valores parecen haberse convertido en una especie de moneda de cambio con los extorsionadores judiciales que ofician de secretarios del Poder Real, siempre dispuestos a culpabilizar a sus enemigos “populistas” y arrastrar a la Justicia al fondo del abismo donde ya arrojaron, hace tiempo, a la República con la que tanto se llenan la boca.
Con medias verdades y profundas mentiras, se construye una realidad paralela, un universo “justiciero”, para borrar del mapa de la memoria popular los caminos construidos con tantos esfuerzos, ahora inútiles frente a las maquiavélicas y canallescas elucubraciones de quienes no temen atropellar leyes y constituciones, porque se consideran dueños de ellas, propietarios de las vidas y los bienes de quienes se atrevan a hacerle tan solo “cosquillas” al Poder.
Los embobados televisivos, sordos y ciegos ante lo evidente de la falsía judicial, prefieren continuar en ese limbo idiota que les provee la seguridad de “tener razón”, acompañando a la que los jueces corruptos manifiesten, para solaz y beneficio de sus mandantes imperiales y sus proles locales.
Odiar, se sabe, es un sentimiento sencillo de provocar. Lo saben los poderosos y los medios que utilizan para lograrlo en las mayorías. Mantenerlo en el tiempo es un poco más difícil, porque la avaricia oligárquica se extralimita en sus acciones depredadoras, avanza con tanta ceguera como sus obtusos votantes de ocasión, y termina por ponerse en evidencia ante la poca conciencia que les queda a los obnubilados que comienzan a despertar del sueño de brutalidades sin sentido al que los condujeron.
Los apócrifos “arrepentidos” siguen desfilando por la sucursal del infierno que abrió el Diablo en Argentina. Oscuros personajes escribientes de cuadernos que no existen, testigos de hechos que solo se fabrican para empujar a la cárcel a los opositores, empresarios poderosos que aceptan ser delincuentes (¡vaya novedad!) para colaborar en borrar de la memoria a la justicia social, junto a funcionarios del gobierno anterior convertidos en dolientes retractados de sus sucias conciencias traidoras, desfilan ante el dúo “justiciero” para asentir lo que le pidan.
La comedia continuará hasta borrar del mapa electoral a la candidata que odian. Tal vez, incluso, obtengan su máximo premio, encarcelándola. Pero no será más que un tropezón en la historia, un retardo más en la construcción de una sociedad justa, un retroceso innecesario pero que ahora servirá para lograr mayor impulso y regresar con la fuerza incontenible de la conciencia recuperada y la sabiduría acrecentada.
Entonces, cuando la Soberanía vuelva al Pueblo, cuando el horizonte se despeje de miserables y traidores, cuando el arrepentimiento sea la honesta manifestación de quienes se alejaron de la verdad a fuerza de olvidos y rencores sin sustento, regresarán las viejas utopías a llenar de esperanzas los corazones y convertirnos en obreros de nuestro propio destino. Y la Justicia, entonces, volverá a escribirse con mayúscula.

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