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Por
Roberto Marra
El
olvido, esa “actividad inactiva” tan desarrollada entre los
ciudadanos argentinos, es una de las herramientas más útiles con
las que ha contado el actual (des)gobierno nacional. Su proliferación
ha permitido la aplicación de las peores políticas económicas, las
más retrógradas, las más excluyentes, las de peores resultados y
perspectivas, sin que mediara más que alguna queja de colas de
supermercados, para después seguir insistiendo con la “positividad”
que tanto promueven desde el Poder, que no es otra cosa que la
omisión de la realidad, la desaparición de la verdad, reemplazada
por supuestos y versiones mediáticas convenientemente elaboradas
para el consumo masivo de la famosa “mayoría silenciosa”.
Si
así sucede con los hechos cotidianos y recientes, peor aun es lo que
pasa con los históricos acontecimientos del pasado más o menos
cercano. Muy pocos y pocas parecen recordar algo de sus vidas felices
de hasta no hace más de tres o cuatro años. Las personas de mayor
edad se han olvidado de las varias veces cuando esto mismo que se
vive hoy día se manifestaba con similar crudeza. Ni hablar de
recordar los acontecimientos que dieron orígen a nuestra Patria, que
de tan olvidados hacen que ni se recuerde la letra del Himno
Nacional, reemplazado por estos tiempos con un sonido gutural propio
de humanoides prehistóricos.
En
medio de esta “carencia de recuerdos”, algunos aprovechan para
llevar agua para su miserable molino electoralista, haciendo
discursos y presentando “programas” de supuesto corte “opositor”,
diciendo lo contrario de lo que hasta no hace más que algunos meses
expresaban y votaban felices, acompañando el proceso destructor de
soberanía y sociedad que prevalece hasta ahora.
Con
las caras más duras que se puedan asumir, pretenden transformarse en
“líderes” para la “alternancia democrática”, eufemismo que
nos asegura que el gatopardismo reinará por muchos años. Visitantes
asiduos de la embajada imperial, viajeros incansables hacia ese
destino, expositores frecuentes ante empresarios de aquí y de allá
para asegurarles la imprescindible (para ellos) continuidad
expoliadora que nos gobierna, se presentan ante la población
olvidadiza con la facilidad que esta condición masiva les otorga,
facilitándoles la re-inserción en las atribuladas conciencias
formadas con zócalos televisivos y titulares de persecuciones
tribunalicias a los auténticos opositores a este régimen de
oprobio.
Mintieron
antes y mienten ahora. Falsearon en el pasado y falsifican por estos
tiempos. Politiqueros de cartón pintado y sonrisas de carteles
iluminados, preparan una nueva trampa para el electorado desmemoriado
e ingrato, siempre proclive a los dulzores de los caramelos que les
ponen frente a sus ojos enceguecidos por rencores contra los enemigos
equivocados.
Trabajo
doble para quienes pretendan cambiar esta opresora realidad.
Necesarios esfuerzos multiplicados para los auténticos luchadores
contra las políticas del ajuste permanente. Audacias renovadas para
lograr la adhesión de los perdidos en el océano de patrañas
mediáticas, los olvidos prefabricados, las desmemorias insufladas
por los poderosos, los miedos desatados por la caterva de brutos
autoasumidos como “auténticos” representantes del más popular
de los movimientos nacionales.
Todo
eso hace falta ahora mismo, más la imprescindible y genuina pasión
por la memoria, fuente de toda razón constructora de presentes
dignificados por la lucha por los inconmovibles ideales de justicia
social. Y por futuros de felicidades robadas por los deshonestos
fabricantes del olvido, los asesinos de todas las verdades.
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