lunes, 10 de diciembre de 2018

LA DISTRACCIÓN ARMADA

Imagen de "Resúmen Latinoamericano"
Por Roberto Marra
El miedo suele ser mal consejero, pero a su vez muy útil para embarrar la cancha de las discusiones políticas. Miedo en todos los sentidos posibles. De ahí la aparición de ese nuevo-viejo protocolo facista que permitiría asesinar por la espalda sin miedo (paradoja necesaria) a las sanciones. Y asustados por la realidad, pero mucho más por la descripción que de la misma hacen los medios del Poder, los ciudadanos suelen reaccionar como los dueños de la palabra televisada pretenden.
El grito destemplado pidiendo matar a los delincuentes, los aplausos a quienes le pegan a algún ladronzuelo pescado infraganti, la participación en linchamientos profusamente difundidos por los pasquines que ofician de “periodismo serio”, el señalamiento de portaciones de caras peligrosas en las calles, son parte de los “logros” que puede mostrar este (des)gobierno nacional después de tres años de malversación de dineros y derechos.
La inocencia no forma parte de la política, al menos de quienes conducen los espacios de poder que se generan a través de ella. Es la única militancia que se les puede reconocer a los funcionarios actuales, profusos propagandistas de entelequias armadas para la ocasión electoral en ciernes, tratando de tapar el enorme agujero dejado donde antes hubo certezas de triunfos financieros y económicos.
El vacío de éxitos es suplantado por otras de las tantas mentiras que acostumbran a diseminar en la sociedad atontada. En el medio del miedo, también está el negocio, figura permanente en cada una de las acciones de estos trogloditas gerentes del Poder, para lo cual no trepidan en fabricar necesidades surtidas, tras lo cual vendrán las soluciones “inteligentes” de los asesores de imágen que cumplen su rol de verdaderos hacedores de las políticas desarrolladas por los figurones legislativos y ejecutivos.
Mientras las payasadas presidenciales se muestran como auténticos logros de gestión, el susodicho escapa a descansar del descanso cerebral permanente en el que está sumido, luego de haber estimulado sospechosamente la postergación y traslado de “su” final futbolera al viejo continente, apañado por su socio comercial de las autopistas. El final deportivo pudo haber sido negativo, pero de seguro el financiero no lo será para él.
En tanto, en la legislatura, dos personajes se unieron para presentar, a pedido de sus dueños, un proyecto que terminará con la poca oposición periodística que pudiera haber en los medios escritos. Bossio y Lavagna, dos verdaderos lúmpenes de la política, construyeron y firmaron lo que después sería aprobado por muchos que se dicen opositores, prestos levantadores de manos que ocultan suciedades de las que nunca sabremos sus orígenes, pero corrompen desde adentro la representación de la voluntad popular que se les otorgara. Clarín, lo sabemos, no solo miente, también hace mentir con el miedo a los carpetazos.
El miedo, entonces, como medio de transformación o anulación de la racionalidad. Ese es el verdadero logro gubernamental. Los favores pagados con la moneda del escarnio levantamanos. La anulación del derecho a la vida saludada con beneplácito por una población atravesada por los temores económicos, buscando culpables sobre los cuales ir, matando a los mensajeros de las desgracias construídas por los ineptos economistas y el perverso que los designa.
El odio ha sido construído exprofeso, conquistando corazones atribulados por desasosiegos alimentados con estigmas de gorritas y rostros oscuros, mientras los auténticos fabricantes de nuestras ruinas aumentan sus riquezas con el hambre de millones. El hipócrita relato del resguardo de la paz, no son más que palabras huecas que no alcanzan a ocultar el producto de la única “industria” que ha prosperado desde el inicio de la gestión cambiemita: el miedo.
Mientras, buscando el final de ese panorama oprobioso y enfermo, los restos de conciencia que queden en los honestos ciudadanos deberán jugar su partida ante un enemigo tan poderoso como débil, que habrá de desplegar cada día y una a una, las distracciones armadas para acabar con lo único que nos queda por resguardar: la vida. Y, con ella, la esperanza.

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