Imágen de "Noticias Urbanas" |
Por
Roberto Marra
¿Qué
tienen que ver entre sí, un rayo, una nueva línea de colectivos y
las cifras de pobreza e indigencia? En el “Mundo Macri”, todo se
une y, paradójicamente, la suma siempre da cero. Cero “pobreza
cero”, cero igualdad, cero oportunidad. Es un mundo donde se
tergiversan los criterios para medir el desarrollo, donde se asimilan
los datos negativos al relato de porvenires sin sustento, donde la
verdad es aplastada por mecanismos de desaparición de los hechos
detrás de fantasías de avances negados tajantemente por la porfiada
realidad de cada día.
Un rayo mató a una mujer indigente, que vivía en la calle, abandonada por el Estado bajo un árbol que fue su último destino, despreciada como otros tantos por una sociedad sin otra conciencia generosa que la de algún pan duro para los miserables que arrastran sus cuerpos desvencijados por las calles inundadas de egoistas que no alcanzan a ver en aquellos a su propio futuro. Cero es el número imposible que designa a esos nadies arrojados a la calle insolidaria.
Una
nueva línea de colectivos entrará ahora a ese reducto cuasi feudal
llamado Nordelta, donde se acumulan billetes lavadores de polvos
blancos con formas de viviendas lujosas, donde las “domésticas”
no son soportadas en los mismos transportes “exclusivos” de
quienes creen formar parte de una oligarquía a la que solo le lamen
sus botas. Por fin se sacarán de encima los olores a pobreza de sus
asientos de cueros salpicados con el sudor obsceno de sus soberbias
sin sustento. Cero es también la suma de estos desatinos sociales,
donde el sinsentido ha ganado otra batalla.
Los
mismos inventores del relato de cifras tan falsas como sus
intenciones de lucha contra la pobreza, antiguos aliados estratégicos
del actual gobierno desde antes que lo fuera para acabar con el
despreciado “populismo”, ahora le señalan que su ridícula
“pobreza cero” se fue por la canaleta de la timba financiera,
absorbida por las pocas decenas de ladrones disfrazados de inversores
o empresarios que transitan la Rosada.
Cero
será el resultado de sus truculencias antisociales, de la
desvastación de una Nación rumbeada hacia el cadalso colonial por
sus pretensiones de pertenencia a un imperio que también le puso
cero en sus calificaciones, elevando las cifras de un “riesgo país”
manejado a su antojo por los titriteros mayores del Planeta.
Pero
cero da también la suma de las injusticias que no se ven, cuando un
muchachito es aplastado por un gorila sin cerebro, rodeado por
energúmenos de su misma condición, pateando e insultando al pobre
pibe pobre, otro cero en la escala humana que genera el sistema de
sometimiento al que adhieren felices los acusadores que gozan con
arrojar a un niño a una bestia hambrienta de sangre indigente.
El
cero, esta entelequia matemática fruto de la sabiduría de
civilizaciones muy antiguas, expresa el vacío, lo nulo. Tan vacía y
tan nula como quedará nuestra Patria después del huracán de odios
consumados con la pertinaz y paradójica colaboración de sus propias
víctimas, perseguidas ahora por cifras de pobrezas muy alejadas de
la primigenia promesa del inepto conductor de este colectivo a
ninguna parte.
Un
enorme cero, gigante y pesado, será el lastre final que dejarán los
empedernidos fabricantes de miseria, de los rayos sobre los
indigentes, del apartheid de cabotaje y del desprecio a la inocente
condición de empobrecido. Mientras otras cifras, reales y concretas,
aseguran un destino de deudas infinitas, elaboradas con la perversión
de los poderosos de siempre y la desidia de los cómplices elegidos
para resguardar nuestra esperanza.
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