jueves, 24 de mayo de 2018

EL PLANETA DE LOS NIMIOS

Por Roberto Marra

Todos sabemos, aunque algunos se hagan los distraídos, que existen varios mundos en el Mundo. Que la realidad es demasiado diversa como para sentenciar livianamente sobre las sociedades y sus desarrollos, sin considerar la complejidad de las interrelaciones entre sus integrantes y sus vinculaciones con otras sociedades. Ahí aparecen, dependiendo de cada Nación y su evolución cultural (no la académica, sino la que genera el Pueblo), las mejores y las peores características de los humanos reunidos en comunidad.
A esto se agrega la influencia del sistema económico predominante, apabullantemente capitalista y neoliberal, por estos tiempos de dominios mediatizados y gobiernos sumisos ante un imperio decadente en manos de un mitómano guerrerista. Con las excepciones del caso, la mayoría de los gobiernos del Mundo se prestan al juego imperial, aunque algunos elevan la apuesta del chupamedismo, para tratar de integrar el “selecto” grupo de alumnos preferidos del tirano planetario.
Tal como en aquella recordada película “El Planeta de los Simios”, una nueva/vieja raza de humanoides está dominando la escena, ante el estupor y la incapacidad de reacción de los sometidos por sus perversas acciones. Con pocas neuronas al servicio de la comprensión de la realidad, logran sin embargo alterar los conceptos más elementales que la humanidad se había dado tras milenios de construcción de sociedades, donde los valores (transformados en derechos) más trascendentes eran los del respeto a la vida, la libertad, la paz, el bien común, la verdad, la solidaridad.
Jugando” con cosas que no tienen remedio (diría Serrat), arrasan con pueblos enteros, modifican sus vidas y las hacen miserables, enlodan las virtudes de las mejores personas, hunden las economías prósperas con el único fin de apoderarse de todo, todo con la colaboración de sus esclavos sociales, los ilusos pretendientes a convertirse también en esa raza de perfectos idiotas con ínfulas de inteligencias sin sustento.
Miran y no ven a los pobres. Miran y no captan las miserias con las que ellos cooperan. Ojean los diarios noticieros de los mentimedios, para convencerse de sus justos caminos, mientras se pudren a sus costados las vidas de millones de sub-humanos, así considerados por quienes los explotan y segregan. Ignoran las miles de manos suplicantes de mendrugos, las vidas perdidas en los mares de los refugiados sin destino, los pibes chapoteando inundaciones de abandonos.
Aquí, en este rincón extremo de nuestro sub-continente, algunos integrantes de esa nueva/vieja estirpe de ladrones de historias y verdades, nos convidan a un banquete que solo comerán ellos. Nos invitan al disfrute de sus comilonas de billetes, para que observemos como fabrican nuestro destino de nimios miembros de una sociedad comprimida contra un abismo hacia el que caminamos de espalda. Nos someten a las torturas más atroces, las que destrozan las esperanzas y demuelen los derechos ganados con décadas de luchas y miles de sacrificados.
Conviene recordar que, como sucedió en aquel viejo film, con la rebelión de los sometidos seres humanos, unidos a los mimetizados con el Poder que rompieron sus cadenas de inconciencias, es posible vencer a los “malos” de esta “película” hecha realidad. Razón y pasión son las armas más mortales para terminar con el reinado maldito de los poderosos in-humanos. Lucha y voluntad son las espadas que horadan sus mentiras. Y la unidad de los que aún estamos vivos (dixit Víctor Heredia), es el muro donde acabarán sus días los diabólicos pretendidos dueños de nuestro tiempo.

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