Imagen de "Taringa!" |
El
presente está muy oscuro. Oscuro también se lo ve al futuro
inmediato. La oscuridad parece taparlo todo, velar las salidas,
atravesar los caminos, obturar las ideas, anular las conciencias. Los
negros porvenires abruman a los hombres y las mujeres, minan sus
proyectos, desarman sus esperanzas. La negrura, paradigma del odio
clasista hacia las pieles que la tienen como esencia, ahora eclipsa
el entendimiento de los propios miembros de esa parte de la sociedad
que no ve el espejo real sino el que le prepararon los que siempre
les dominaron.
Son
espejismos oscuros que reflejan verdades ajenas, visiones confusas,
nubladas por cegueras promovidas por los que cortaron la luz,
cristales ahumados que no dejan ver la verdad, solo el resultado de
su confusión preparada por expertos de las comunicaciones enredadas,
maquinaria infiel a los deseos populares y las necesidades humanas.
Incluso
reunidos, los que no ven no logran atisbar el engaño que se les
presenta. Aun los más sagaces pierden la brújula para salir del
laberinto lúgubre que transitamos. Dentro de sus filas, también hay
los que prefieren la luz apagada, para que no veamos sus oscuras
traiciones, sus miserias promovidas como salvadoras, sus atajos a
salidas narcisistas, arrojando las ideologías al profundo pozo ciego
donde conducen a la sociedad.
En
medio de esas tinieblas maléficas, sin embargo, todavía quedan
pequeños puntos de luz. Son visibles solo para quienes desean
verlos, para los que se niegan a aceptar la ceguera, para los
porfiados portadores de la historia que no pueden olvidar. No son
pocos, pero están dispersos. No logran verse entre ellos, pero
intuyen sus cercanías, se rozan, se empujan a veces, se encuentran y
se alejan, pero terminan conformando grupos, porque van comprendiendo
la oscuridad, se incorporan colectivamente y arman sus esperanzas
nuevas.
Como
resulta lógico, alguna luz brilla más que las otras. Hacia ella se
dirigen quienes entienden. Para allí van cuando descubren el valor
de la unidad. Por ese camino le salen al encuentro los promotores del
odio a la luz mayor, pero sus éxitos ya no serán posibles, porque
esa luz se hace cada vez más clara, porque toma la palabra, conduce
los corazones y las razones, rompe los espejos eclipsados y desarma
las mentiras enredadas de los comunicadores de las arrogancias
oligárquicas.
No
era un túnel. No nos tenían preparada una luz al final de ese largo
camino de ultrajes y miserias opresoras. Ahora los cegados verán la
claridad del engaño y la maldad organizada para aplastar las
certezas y destruir sus ilusiones. Serán ellos (seremos nosotros)
quienes entonces podrán reconstruir una nueva autopista de
esperanzas reales, ancha y veloz, hacia las viejas utopías que,
ahora lo descubren, los estaban iluminando desde adentro.
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