Imagen de "Nueva Ciudad" |
No
se puede negar que la capacidad de daño de los “cambiadores”
gobernantes no tiene parangón. No pasa otra cosa que lo previsto
antes de que asumieran, pero siempre peor. Porque nadie, a estas
alturas, podrá venir con el cuento de que “no sabía que harían
esto o aquello”, fábula para niños lelos que contó con la
adhesión de tantos ilusos en base a sus pautas acumuladas de odios y
rencores sin origen lógico alguno.
Sus
estropicios no son solo en la economía, con sus desvaríos
financieros de dólares volátiles y tasas astronómicas, de
inflaciones imparables y salarios miserabilizados, de tarifas
espaciales e importaciones sin límites, de evasiones
multimillonarias y negociados oscuros. Porque como parte de estos
negocios sucios, que siempre se concretan en función de sus
intereses personales, también destruyen lo que no tiene remedio
alguno.
Es
el caso del nuevo proyecto en la ciudad de Rodriguez Larreta, otro de
los “sabios” gobernantes de la mentira y la estafa permanentes,
para incinerar los residuos urbanos. Aprobado por los acólitos de
“su” legislatura, se preparan para otra de sus obras de
destrucción masiva, volviendo al pasado , retrocediendo décadas en
los conceptos del tratamiento de la basura, haciendo añicos la
cacareada “basura cero”, tan lejana de ese valor como la de la
pobreza prometida por el bailarín de cumbias de la Rosada.
Claro
que no se trata de retrocesos sin ventajas. Para ellos, por supuesto.
Hay 3.500 millones de razones “verdes” para construir las plantas
de este particular “tratamiento” incinerador. No es el verde
prometido de atmósferas libres de tóxicos, sino más bien de lo
contrario, pero “moderno”. Ensuciarán, pero con nueva
tecnología. Destruirán el ambiente, pero con inversiones que
prometen muchos beneficios... para sus cuentas of shore.
Casi
que se puede ver la escena de la inauguración de la primera planta
de quema de basura, con la plana mayor de los endeudadores seriales
al frente, acompañados por los empresarios que “creen en el País”,
casualmente amigos íntimos y/o socios de cada uno de los
funcionarios que sonreirán felices por otra de sus maldades hecha
realidad. El cuadro se completará con hermosos videos preparados por
los “magnéticos” del periodismo basura, siempre dispuestos a
mentir por una buena causa... antisocial.
Los
miles de cartoneros que encontraban una mínima sustentabilidad para
sus pobres vidas en el reciclado, también serán víctimas de este
proceso degradante del ambiente y el futuro, anulando sus
posibilidades de progreso en el mundo del trabajo, aunque sea
informal. Borrando con el codo lo escrito no hace demasiado, envían
al cementerio de las ilusiones a tantas familias con el único e
irrenunciable objetivo de sus espúrias ganancias.
Las
atrocidades se suceden ante la impasible mirada de esa especie de
zombies políticos que ocupan gran parte de las bancas legislativas.
Las voces discordantes se hacen oir, pero siguen siendo objeto de los
ataques mentimediáticos que ahogan sus gritos en el desierto de la
razonabilidad, tan ausente como el conocimiento que haga posible la
reacción de una sociedad todavía presa del aparato falsificador de
lo evidente.
Tal
vez, cuando el supuesto humo “limpio” de las chimeneas de los
“buenos” incineradores nos haga llorar y las toxinas invadan
nuestros pulmones, por fin habremos de toser nuestras verdades, las
reales, las que hieran de muerte al famoso “cambio”, promesa vana
de vanidosos sin escrúpulos, agentes diabólicos de un infierno que
quieren construir en nuestra tierra, para incinerar nuestras
esperanzas.
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