martes, 7 de octubre de 2025

NO ALCANZA CON EL NO

Por Roberto Marra

Cuando se carece de virtudes propias, arrecian las expresiones contra los vicios ajenos. Pero cuando, aún teniendo virtudes, no se logra convencer a los demás de sus existencias, el camino elegido será también el de tratar de mostrar las vilezas de quienes adversan a los virtuosos. Es que la razón suele ser esclava de los sentimientos, y lo que se observa a través de un cristal opacado por relatos fantasiosos de los malvados, le suele ganar las batallas de las ideas a quienes levantan la honestidad como bandera.

Es esta condición la que genera, ante una batalla electoral entre Pueblo y anti-Pueblo, la proliferación de cuestionamientos a los dichos y hechos de los oponentes, antes que mostrar las cualidades de las propuestas populares. Se desperdician así, oportunidades de reconocimiento de la realidad desde el ángulo de la ideología sustentada, colocando al rival en cuestión a una altura moral e intelectual que, en general, la historia demuestra que carece.

De lo que seguramente no carece el enemigo antipopular, es de astucia y poder comunicacional. Con eso le bastará, en general, para torcer el sentido de las cosas, poner en duda la credibilidad de los candidatos opositores, y rebanar una porción importante de votos de los eternos dubitativos, esa parte de la población ganada por el escepticismo fabricado por los medios afines al Poder Real.

Ante semejante condición, revelada en cada acto electoral desde hace demasiado tiempo, cabe reflexionar sobre la validez de la mención repetida de las maldades de “los malos”, antes que la multiplicación de las expresiones positivas de “los buenos”. Este simplismo puede parecer inadecuado, pero la realidad genera necesidades tan obvias como imprescindibles. Y las necesidades son, a estas alturas, las de la sobrevivencia, como individuos y como Nación.

La ajenidad de los vicios no alcanza para convencer a las mayorías de los perjuicios que les generan. La vergüenza no penetra en la coraza de los perversos nacionales de turno, ni en la de sus mandantes imperiales. Pueden mucho más los estigmas fabricados por la maquinaria perversa de odios irracionales.

Se requieren acciones más audaces frente a poderes tan omnipresentes. Las palabras positivas se hacen vitales a estas alturas de la embriaguez populachera. Mostrar el camino y demostrar que es el indicado, es trabajo arduo, pero insoslayable. Apurar el paso hacia la comprensión de la realidad, requiere algo más que eslóganes de campaña y sonrisas marketineras. Elevar el discurso por sobre el onanismo intelectual, será demostración de madurez política y asimilación de las necesidades del Pueblo como las únicas válidas para enfrentar a un enemigo que no perdona los errores. Y a quien no hay que perdonarle, nunca más, sus brutalidades.


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