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La
Cámara de Diputados de la Nación tiene entre sus miembros, a un
personaje muy especial, especie de mal actor de sainetes, que juega
el rol de comodín del oficialismo. Se trata de un simple
levantamanos, pero con ínfulas de representante de “la moral y las
buenas costumbres”, acostumbrado a realizar discursos de tonos
antidemocráticos, lesivos de los sentimientos ciudadanos por su
defensa encendida de la última dictadura y una homofobia rayana en
lo ridículo.
Su
figura se recorta inconfundible entre sus ¿pares?, revestido siempre
con una campera amarilla que pretende llevar como distintivo, como
medio de captar la atención que, por sus palabras huecas, nunca
tendría. Cada vez que emite una opinión, es para manifestar
desprecios u odios que forman parte del arsenal de falsedades
elevadas al rango de certezas absolutas, tal como acostumbran estos
tipos de figuras carentes de la mínima intelectualidad para emitir
juicios dignos del cargo que ostenta.
El
orígen de este minusválido político, es tan nefasto como sus actos
legislativos (de alguna forma hay que llamarlos). La fortuna que
posee su familia se deriva de un negociado que le permitió quedarse
con 230.000 hectáreas en la Provincia de Salta, cedidas por el
gobierno provincial con el beneficio de no pagar impuestos hasta el
año 2021, que han ido desmontando para la siembra de soja, con
ganancias de millones de dólares, sin beneficio alguno para los
habitantes naturales de la región, expulsados o tomados por su
propia empresa en calidad de trabajadores semi-esclavizados.
Lo
que resulta muy extraño, hasta paradójico, es la búsqueda de la
oposición para que este representante de lo peor de la politiquería,
oficiara el rol de completar un quorum que no lograron por
ineptitudes propias. Enojarse con quien solo ejerce su cargo como
método de defensa de sus intereses personales, es tan ridículo como
sus espantosas opiniones de vuelo más bajo que una gallineta.
Pretender apoyo de tan sucio personaje, en realidad, mancha el honor
de quienes lo solicitan.
La
presencia o no del diputado en cuestión, terminó en otro sainete,
de los tantos en los que actúa este actorzuelo de la degradación
institucional. El mentimediático gobierno logró otro respiro en la
carrera hacia la destrucción económica y el envilecimiento social
de la Nación, gracias a la incapacidad de los opositores para
generar una unidad real, tan imprescindible como la sinceridad de
quienes la pretendan componer.
El
corolario fue otra victoria para el “moralista” diputaducho
salteño, que se dio el lujo de seguir escupiendo con orgullo sus
cloacales pensamientos ante la prensa, tan amarillista como la
campera de este inconfundible y nefasto representante de la
degradación humana, siempre proclive al desprecio de la política.
Al tiempo que, detrás de las ruines cortinas de la falsa política,
se frotan las manos los dueños de la estafa más inmoral de la
historia.
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