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Una
nueva moda está implantando el gobierno de los ceo's: la duplicación
de organismos. No hay que confundirse, no se trata de un hecho
científico de multiplicación genética o algo parecido. Los
organismos de los cuales hablamos son institucionales. Son las más
importantes entidades del Estado, las que brindan los servicios de
mayor importancia, las que sirven a la mayor cantidad de ciudadanos y
que requieren de mayores inversiones.
Para
hacerlo, nada mejor que crear fundaciones, ONG's o sociedades
anónimas. Son las herramientas preferidas por el Poder para
traspasar los límites legales que les impidan apoderarse de lo que
aún no pudieron. De hecho, no hay empresa importante que no tenga su
propia fundación, muy útil a la hora de las evasiones fiscales y
los disimulos de ganancias exorbitantes.
Ahora,
el PAMI dejará lentamente su lugar a una de estas organizaciones
especiales, para que las corporaciones médicas y los laboratorios
medicinales hagan sus negocios sin la molesta presencia del Estado
vigilante. Ahora podrán ser dueños, todavía más, de las vidas de
los jubilados, o más bien de las agonías a las que se los someterá,
alejándolos de la dignidad y sumergiéndolos en la incertidumbre.
También
las rutas forman parte de esta avanzada. Vialidad Nacional tendrá
“cartel” de sociedad anónima, allanando el camino (justamente) a
las grandes corporaciones viales para agrandar sus ya obscenos
enriquecimientos. Persistentes actores de las “casualidades”, los
amigos del presidente en ejercicio serán, como hasta ahora, los
mayores beneficiarios de esta nueva estafa con paraguas
institucional.
Mientras
tanto, millones de amnésicos selectivos transitan este período,
negando los espacios temporales de un pasado donde lo actual se había
manifestado con igual fuerza y mismos objetivos. Para compensar,
tampoco recuerdan los períodos donde la reparación de las
injusticias comenzaban a verse plasmadas por un Estado presente y
protector de los más débiles.
La
degradación social e individual sufrida, ya no se recuerda. Los
buenos tiempos vividos, tampoco. El olvido es el arma preferida de
los asesinos de la historia. Y las maniobras privatizadoras regresan
justificadas con la eterna y fraudulenta monserga de bajar el gasto
público, discurso preferido de los inmorales y contumaces gestores
del “si, se puede”.
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