Imagen de "Riste Recargado" |
Gracias.
Quiero agradecer a cada una de las amas de casa que votaron los
aumentos de los comestibles.
Gracias
también a los automovilistas, que votaron los aumentos de la nafta.
Un especial agradecimiento a los taxistas, votantes del aumento del
gas.
Muchas
gracias los jubilados, que votando lograron afirmar la reducción de
los beneficios del PAMI y el aumento de los medicamentos.
Gracias
a los trabajadores en general, que con sus votos lograrán bajar sus
derechos laborales, reducirán sus salarios reales y desprotegerán
sus futuras jubilaciones.
Gracias
especiales a las compañeras y los compañeros docentes, al frente de
las conquistas anti-sociales que les descontarán los presentismos y
desaparecerán los incentivos nacionales.
Gracias
además a los miles de desocupados y sub-ocupados, manteniendo sus
firmes convicciones en seguir siendo mano de obra descartable.
Más
gracias todavía a los comerciantes y pequeños industriales,
favorecedores de los aumentos descomedidos de los servicios
esenciales para sus empresas.
Más
agradecimientos todavía a los compradores compulsivos de dólares,
tan proclives siempre a la defensa de lo nacional, siempre que no
afecte sus intereses personales de acumulación verde.
Gracias,
muchas gracias, a los futboleros, felices ahora que deberán pagar
por ver lo que era gratis hasta no hace demasiado tiempo.
Gracias
a los turistas que dejaron de viajar, por su enorme aporte solidario
con las economías regionales. Gracias a los habitantes de esas
economías regionales, por sus firmes votos contra sus propias
cosechas.
Gracias
especiales a los habitantes rurales, tan apegados a las costumbres de
los patrones, que no los pueden dejar de acompañar con sus votos.
Más
gracias a los habitantes santafesinos, tan consustanciados con el
progreso social como con el des-progreso, que acá son distintos,
pero iguales.
Mucho
agradecimiento a los votantes rosarinos, urbanos representantes de
esa mayoría silenciosa capaz de olvidar los lamentos cotidianos, con
el loable propósito de eliminar a esa runfla de malvivientes
populistas de sus calles.
Por
último, gracias, mil gracias, renovadas gracias a los retrasadores
de la historia, a los olvidadores de las muertes cotidianas, a los
mentores de las protestas vanas, a los fabricantes de inseguridades
permanentes, a los negadores de monedas en los bares y, sobre todo, a
los creyentes sin escrúpulos de las miserables fábulas televisivas
cotidianas.
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