miércoles, 4 de octubre de 2017

ILUSIONES FATALES

Imagen de "San Rafael en Vivo"
Por Roberto Marra

La ilusión es un noble sentimiento con dos acepciones que, dependiendo de quien las tenga o quien las promueva, puede resultar positiva o negativa. El anhelo de triunfo, la esperanza de lograr un objetivo, el deseo de cambiar la vida, el ánimo para enfrentar dificultades, la confianza en resolver problemas, la fe en la palabra de otro o la seguridad en cumplir con la propia; son sentimientos indudablemente positivos, que denotan valores que enaltecen a quienes los poseen.
Pero la ilusión puede ser, también, un arma de doble filo. En manos de los inmorales, todos esos buenos propósitos pueden ser aprovechados para fines nada generosos con quienes las tengan. Generar visiones idílicas, fantasías de futuros felices, ensueños de vidas imposibles, pueden resultar formas más que útiles para quienes pretendan apoderarse de la voluntad de las mayorías populares, en su afán de dominar las estructuras institucionales y, así, facilitar todavía más sus hegemonías sociales y económicas.
No promueven las sanas utopías que traccionen a la sociedad hacia futuros mejores. Mas bien instalan quimeras alucinantes, mediante ficciones guionadas por expertos comunicacionales, que promoverán ideales indignos, opuestos a los valores de honestidad, respeto, altruismo y solidaridad que, falsamente, dicen estimular.
La imaginación se pone al servicio de la inequidad y el desprecio al diferente. El ataque artero a los enemigos ideológicos, imprescindible para eliminar toda oposición a sus espejismos delirantes, termina siendo ejecutado por los cooptados ilusos, carne de cañón de las aventuras de rapiña de estos inescrupulosos de poderes infinitos y almas vacías.
Atrapados en la telaraña de los engreídos dueños de la vida, millones de creyentes de esta fé laica en ilusiones vacías, son arrastrados a sus peores padecimientos, con el único objetivo de aprovechar sus esfuerzos y sus anhelos para enriquecer, todavía más, a los ya demasiado ricos.
Esclavizados por el poder de la mentira, habrán de ignorar las advertencias de los más lúcidos. Enceguecidos por esperanzas incumplibles, caminarán confiados hacia futuros miserables, mientras los fabricantes de sus deseos preparan nuevos engaños para mantener sus dominios. Solo les quedará la ilusión (la positiva) de recuperar los valores perdidos, inutilmente, por seguir espejismos que se desvanecerán ante el contundente sol de la verdad.

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