Imagen de "San Rafael en Vivo" |
La
ilusión es un noble sentimiento con dos acepciones que, dependiendo
de quien las tenga o quien las promueva, puede resultar positiva o
negativa. El anhelo de triunfo, la esperanza de lograr un objetivo,
el deseo de cambiar la vida, el ánimo para enfrentar dificultades,
la confianza en resolver problemas, la fe en la palabra de otro o la
seguridad en cumplir con la propia; son sentimientos indudablemente
positivos, que denotan valores que enaltecen a quienes los poseen.
Pero
la ilusión puede ser, también, un arma de doble filo. En manos de
los inmorales, todos esos buenos propósitos pueden ser aprovechados
para fines nada generosos con quienes las tengan. Generar visiones
idílicas, fantasías de futuros felices, ensueños de vidas
imposibles, pueden resultar formas más que útiles para quienes
pretendan apoderarse de la voluntad de las mayorías populares, en su
afán de dominar las estructuras institucionales y, así, facilitar
todavía más sus hegemonías sociales y económicas.
No
promueven las sanas utopías que traccionen a la sociedad hacia
futuros mejores. Mas bien instalan quimeras alucinantes, mediante
ficciones guionadas por expertos comunicacionales, que promoverán
ideales indignos, opuestos a los valores de honestidad, respeto,
altruismo y solidaridad que, falsamente, dicen estimular.
La
imaginación se pone al servicio de la inequidad y el desprecio al
diferente. El ataque artero a los enemigos ideológicos,
imprescindible para eliminar toda oposición a sus espejismos
delirantes, termina siendo ejecutado por los cooptados ilusos, carne
de cañón de las aventuras de rapiña de estos inescrupulosos de
poderes infinitos y almas vacías.
Atrapados
en la telaraña de los engreídos dueños de la vida, millones de
creyentes de esta fé laica en ilusiones vacías, son arrastrados a
sus peores padecimientos, con el único objetivo de aprovechar sus
esfuerzos y sus anhelos para enriquecer, todavía más, a los ya
demasiado ricos.
Esclavizados
por el poder de la mentira, habrán de ignorar las advertencias de
los más lúcidos. Enceguecidos por esperanzas incumplibles,
caminarán confiados hacia futuros miserables, mientras los
fabricantes de sus deseos preparan nuevos engaños para mantener sus
dominios. Solo les quedará la ilusión (la positiva) de recuperar
los valores perdidos, inutilmente, por seguir espejismos que se
desvanecerán ante el contundente sol de la verdad.
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