Tal
vez, simplemente, estaba por allí y quiso mirar más de cerca. Tal
vez quería saber más sobre lo que sucedía con eso de la usurpación
de tierras. ¿Usurpación de quién? ¿Tierras de quienes? Tal vez
solo quiso ser solidario sin mirar razones ni comprensiones
profundas. Tal vez quería ver las estepas desoladas, sentir esos
vientos permanentes, escuchar los sonidos del silencio. Tal vez pudo
haber pensado que esa aventura le haría conocer otra forma de vida.
Tal vez lo guió la esperanza de sentirse parte de una proeza. Tal
vez su mirada se posó en otras de sus mismas razones, despejando las
dudas y afirmando certezas irrevocables. Tal vez estudió la historia
y comprendió su devenir y su destino. Tal vez pensó que valía la
pena sostener esa lucha, porque tal vez ya no le resultaba ajena.
Tal
vez sabía que la represión vendría, pero no la pensó de esas
dimensiones. Tal vez se asustó un poco, pero se refugió en sus
compañeros. O tal vez se asustó mucho y corrió sin tregua. Tal vez
debió solo levantar sus brazos y rendirse. Tal vez quiso decir algo
y lo callaron. Tal vez pidió cordura y le devolvieron golpes. Tal
vez sus brazos no alcanzaron para resguardarlo. Tal vez sus piernas
no le respondieron más. Tal vez sus pulmones se agitaron demasiado.
Tal vez sintió que lo arrastraban y lo levantaban. Tal vez pudo ver
el piso sucio de la camioneta donde lo colocaron. Tal vez le
siguieron pegando. Tal vez ya no sentía las patadas ni los insultos.
Tal
vez su mirada se fue perdiendo, como cansada, mientras pensaba que
habría sucedido con sus amigos. Tal vez sus sentidos dejaron de
acompañarlo, mientras oía el rumor vago del motor del Unimog. Tal
vez no pudo ver donde lo pusieron cuando lo bajaron. Tal vez ya no
supo más de sus captores. Tal vez el frío lo cubrió de temblores.
Tal vez pensó que una tarde cualquiera podría regresar a su Pueblo.
Tal vez sintió de nuevo los brazos de su padre y vio los ojos de su
madre, mientras le decían: cuidate Santiago, cuidate...
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