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La
humanidad se ha ido dando diversas formas de difusión de los
conocimientos acumulados a lo largo de la historia, con el fin de
lograr el avance hacia muevos y mejores desarrollos materiales y
espirituales. Pero para hacerlo, ha necesitado siempre, desde tiempos
inmemoriales, de una figura fundamental: el maestro.
Son
esas personas capaces de trasladar ese bagaje esencial que conforma a
los individuos como seres sociales. Son quienes, en la mayoría de
los casos, se convierten en guías morales para el acceso a ese mundo
nuevo de realidades que nos afectarán en el devenir de nuestras
vidas.
Es
mucho lo que se espera de un maestro, porque los objetivos de los
procesos educativos son (o debieran ser, en todo caso) la superación
permanente de la Sociedad. No se trata solo de enseñar a sumar,
restar, multiplicar y dividir. No es solo transmitir lenguaje,
historia, geografía, o biología. Es el desarrollo de la capacidad
cognitiva de cada alumno la misión del maestro, con el fin de
impulsar el interes por la superación permanente, en lo individual y
lo colectivo.
El
maestro es guía, referencia, base, ejemplo y fundamento en la
conformación de las nuevas generaciones. Es el engranaje mayor en la
cadena de reproducción social y la construcción de la historia. Es
el alma de un proceso destinado a generar el crecimiento material y
moral de la Nación.
Claro
que todo eso es un ideal no siempre cumplido. De eso se encargan
quienes detentan el Poder Real, siempre proclives a elaborar
estrategias de dominación que incluyen a la educación como el
básico elemento formativo de una sociedad que responda a sus
objetivos corporativos y de clase.
En
ese camino, van imponiendo metodologías y programas de enseñanza
para sus fines sectoriales, además de estigmatizar a los docentes
que no acepten sus designios, provocando una decadente consideración
de la población sobre ellos.
Pero
los verdaderos educadores siempre se plantan ante los poderosos,
hasta hacerlos retroceder, retomando los eternos sueños de Juana
Manso, Rosario Vera o las hermanas Cossettini. Son las maestras y los
maestros que dejan sus vidas por el noble fin de terminar con la
ignorancia y construir conciencias libres, únicas capaces de crear
sociedades dignas, justas y solidarias.
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