Imagen de "Un sol de neón" |
Desde
el punto de vista judicial, se le llama reo al individuo que es
acusado por algo o que ya fue sancionado. Pero en forma coloquial,
también se denomina de esa forma al atorrante, haragán o vago,
atrevido, descarado, que vive alegremente, sin preocupaciones y no se
inquieta por las apariencias.
Seguro
que todos nos estamos imaginando cuantos reos conocemos. De los
judicializados, tal vez no tantos. Pero de los otros, sí que nos
cruzamos diariamente con algunos de ellos. Porque no se trata solo de
“marginales” o lúmpenes. Suelen aparecer en todos los ámbitos,
aunque con apariencias diferentes, adaptados a las circunstancias y
sectores sociales a los que pertenezcan.
No
es necesario demasiado para notar que el presidente responde a esa
definición, cuando pasa la mayor parte de su tiempo de vacaciones. O
sea, de vagancia, atorrando. También es notoria su pasión por la
alegría (falsa) y la despreocupación por todo (y por todos y
todas). Ni hablar de las apariencias de millonario feliz, que no
morigera ni en una villa miseria.
Justo
es decir que el señor presidente responde también a la otra
acepción de la palabra “reo”, porque se trata de una persona a
la que el Poder Judicial encausó 214 veces. "Estafa y
asociación ilícita", "abuso de autoridad y violación de
deberes de funcionario público", "enriquecimiento
ilícito", "falsificación de documentos públicos",
"amenazas y abandono de personas", entre otras pequeñeces,
forman parte del prontuario de este reo empedernido en demostrar su
falta de preocupación por acusaciones que nunca se concretan en
sanciones, gracias a otros “reos” que funcan en la (aparente)
“justicia”.
Hombre
de pocas palabras (y de muy poca palabra), se acostumbró a rodearse
de amigos de su misma condición rea y similares fortunas, algunos de
los cuales hacen las veces de ministros en su paso por la Rosada. Una
de ellas, hasta se disfraza de rea uniformada y, con gesto adusto,
ordena ataques despiadados para después desmentirlos, descaradez que
es propia de los reos (y las reas).
Curiosamente,
también se denomina Reo a una especie de araña que se alimenta de
otras arañas. Perfecta definición para el accionar de estos “reos”
poderosos, atorrantes y despreocupados, que nos fagocitan día a día
la esperanza de vivir una alegria verdadera, bien lejos de las
vilezas escondidas detras de sus crueles lluvias de globos amarillos.
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