viernes, 21 de abril de 2017

PERIODISMO GOLPISTA

Imagen de VTACTUAL
Por Roberto Marra

Es de buena gente ser agradecido. Cuando se nos ayuda en los momentos difíciles, logramos remontar la cuesta de los problemas que se nos atraviesan  en el camino con mayor facilidad. Esto vale para las personas, individualmente, pero también para las sociedades, también para las naciones y sus pueblos. Vale la pena reflexionar sobre esto, en momentos en los que una Nación que nos ayudó cuando lo necesitábamos, con su líder de entonces al frente, ahora precisa de nuestra comprensión y reciprocidad.
Venezuela es el objetivo demonizado por los imperiales enemigos de la humanidad, para hacer retroceder los avances sociales logrados durante poco más de una década en nuestra Suramérica. Poco les importa la situación de sus habitantes, si padecen o no por su intervención. Basta que les sirva a sus intereses permanentes para generar conspiraciones golpistas en cada uno de nuestros países.
Estas maniobras ya no son como hace algunas décadas, mediante golpes militares directos, sino a través de un proceso mediático-cultural de negación de la realidad y fijación de paradigmas ajenos a sus pueblos. La violencia hacen aparecer cuando los recursos de vaciamiento económico y financiero no les resultan suficientes, por la resistencia de los gobiernos y la misma sociedad. Entonces comienza la exacerbación de las parodias mediáticas que muestren lo que no existe o nieguen lo que se oculta con maliciosa intencionalidad.
En ese período estamos ahora en Venezuela, donde ante cada marcha opositora profusamente televisada, nos ocultan las otras, las de millones de personas que apoyan su proyecto soberano. Peor todavía, se preparan escenas deliberadas con llamados a la violencia, las que se concretan con el uso de personajes nefastos de la política venezolana, auto-erigidos en líderes de una rebelión que tiene sus cuarteles en Washington.
Casi inútil será tratar de convencer a los idiotizados televisivos de lo contrario. La correlación de fuerzas mediáticas es virtualmente aplastante a favor de los golpistas mundiales. Peor aún, porque desde los mismos medios supuestamente libres, se utilizan idénticos mensajes que los distribuidos por las poderosas cadenas de noticias del imperio.
Habrá que recurrir al viejo axioma de Almafuerte, para no sentirse vencido ni aún vencido. Pero habrá también que exigir honestidad a los miserables periodistas que, con pretensiones de defensores de libertades que no respetan, repiten como loros la mentira organizada para derrotar a los Pueblos de los que, en definitiva, forman parte.

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