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“Dale gas” es una expresión utilizada en el automovilismo
deportivo cuando se le quiere inducir a un conductor a apretar el acelerador.
Pero parece que al actual ministro de energía Aranguren no es necesario
acicatearlo para darle gas…a los aumentos. Como reconocido accionista de una de
las más grandes empresas petroleras y gasíferas del Mundo, está acostumbrado al
gas. En realidad, a venderlo, y a precios cada vez más inalcanzables para los
usuarios.
En medio de un escenario social encendido por marchas
multitudinarias y paros contundentes, inyecta gas al fuego de la desesperación
de los trabajadores, doblemente preocupados por salarios que no alcanzan y amenazas
de despidos. Enceguecido por la soberbia propia de los poderosos, aprieta el
acelerador tarifario sin piedad, aumentando la velocidad del empobrecimiento.
Se han lanzado a la impiadosa misión de ganar una carrera
contra los que menos tienen, sacándolos del camino de la vida digna a fuerza de
la pérdida de poder adquisitivo. Les sacan varias vueltas a los rezagados
pequeños empresarios nacionales, pero dejan pasar, raudos, a los grupos
económicos con los que conforman el equipo expoliador de la Nación.
Para detener a las masas desesperadas por la pérdida de sus
derechos más elementales, intentan sacar de la ruta de la lucha a sus
conductores, con los repetidos volantazos de mentiras calumniosas. Con golpes,
persecuciones y más gas (esta vez gratuito, pero lacrimógeno), pretenderán
detenerlos con la bandera negra de acusaciones fraudulentas.
Pronto deberán parar en los boxes electorales para reponer
combustible, que pretenden que vuelvan a pagar, increíblemente, los propios
perdedores de esta carrera hacia la miseria mayoritaria. Para entonces, ya nos
habrán endosado una enorme deuda financiera, destinada a asegurarles el
recambio de las ruedas de falsedades mediáticas, las mismas que ya utilizaron
para borrar la memoria colectiva de la felicidad malgastada en odios inútiles.
Solo queda esperanzarse en que otro combustible, el de la
conciencia, inyecte en los trabajadores la energía necesaria para pasar al
frente en esta desenfrenada carrera, donde solo se les podrá ganar a estos
ladrones de esperanzas, conformando un equipo grande y compacto que, sin
especulaciones miserables, le dé mucho gas a sus sueños para llegar a la
anhelada meta de la justicia social.
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