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La prevención siempre es positiva. Adelantarse a los hechos,
estudiar sus consecuencias potenciales, elaborar estrategias que se deriven de
las necesidades emergentes de esos procesos previsibles, son los caminos
virtuosos para cuidar la vida y los bienes de las personas.
La aplicación de medidas preventivas de resguardo a la
salud, por ejemplo, forma parte de las mejores formas de administración de los
recursos presupuestarios, para el País, la Provincia o el Municipio. Claro que
prevenir no es solo aplicar vacunas o fumigar a los mosquitos, por más
importante que esto sea.
Muchos rubros intervienen en el mantenimiento de la salud
que no dependen de tratamientos, sino de los más simples actos cotidianos de
todo ser humano: alimentarse correctamente en cantidad y calidad; acceder al
agua potable; eliminar las excretas con sistemas cloacales; evitar las
contaminaciones de la tierra, el agua y el aire; educarse; transportarse;
acceder a trabajos dignos con remuneraciones acordes.
Es que la salud bien entendida no es solo física. También la
psiquis se enferma ante la pérdida de los derechos más elementales. También los
espíritus flaquean ante las injusticias aberrantes a las que se someten a los
seres humanos. También se pueden perder los valores que se suponían arraigados
en las simples almas de las mayorías, cuando se las somete a la denigración de
la miseria material.
A sabiendas de tales contextos, los poderosos, que sí son
previsores cuando se trata de defender sus intereses mezquinos, alimentan
(miren que paradoja) las reacciones de los empobrecidos por las injusticias que
ellos les fabrican, direccionándolas hacia otros pobres (en general, más pobres
que ellos) que, más esclarecidos, conscientes o desesperados, han aprendido a
luchar para cambiar la dura realidad a la que se los somete.
La prevención, entonces, deberá convertirse en un
aprendizaje indispensable de los pueblos, que suelen despreciarla, creyéndola
una pérdida de tiempo, por lo cual sus destinos terminan siendo dominados por
los (sí previstos) caminos a la miseria trazados por sus enemigos. Y si la
ignorancia forma parte esencial de ese proceso viciado por el Poder y sus
medios de comunicación, su eliminación será, a la sazón, el primer paso para
rescatar aquel viejo concepto perdido de curarse en salud.
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