martes, 18 de abril de 2017

ESOS POBRES CAMPESINOS…

Imagen de Nueva Mirada
Por Roberto Marra

La situación por la que están pasando los grandes hacendados argentinos de la Sociedad Rural es crítica. Sus hijos, por ejemplo, no podrán este año comprarse una Ferrari, debiendo conformarse con un simple Alfa Romeo. Sus esposas, deberán viajar a Europa solo una vez al año para hacer sus compras en las casas de alta costura. Ellos mismos, por su parte, no podrán adquirir otro padrillo para sus caballos de polo. Tal vez, hasta tengan que comprar algunos departamentos menos este año.
El escenario es muy triste para estas familias, y todo por la desmedida ambición de los gobiernos por cobrarles impuestos. Sabido es que ellos no deben pagarlos, justamente por ser los precursores de la Patria (la de ellos, claro). Resulta muy injusto que familias que lo han sacrificado todo por nosotros, todavía acepten pagar retenciones a la soja, aun cuando haya sido disminuida en un 5 por ciento el año pasado y otro tanto el actual.
Al menos se logró una reparación mínima al eliminarse las retenciones a los otros cultivos. Eso les permitió contar con un escaso margen de 48.000 millones más en sus arcas, gracias a la solidaria contribución del resto de la sociedad, que llegó incluso a pasar hambre con tal de que sus amados dueños de la tierra no sufrieran tanto.
Sin embargo, sus resistencias ya no soportan más los embates de los gobiernos municipales y provinciales, con pretensiones de mantener los indignos impuestos y tasas para utilizarlas en banalidades como educación y salud, por ejemplo. Es lógica la rebeldía de estos humildes campesinos, ante tanta imposición que solo contribuye a la distribución de los ingresos en gente que no hace otra cosa que gastarlos en alimentos.
Toda la sociedad debe movilizarse para impedir tanto avasallamiento contra estos patriotas. No podemos permitir el descontrolado uso del dinero de las arcas públicas en promover el desarrollo industrial, la ciencia y la tecnología. ¿Qué es eso de mejorar los sistemas de transportes para los pobres? Si ellos están acostumbrados a padecer con hidalguía los ómnibus desvencijados. ¿Qué pretenden con eso de otorgarles aumentos a los jubilados dos veces al año? Si los viejitos ya tienen la suficiente experiencia como para rebuscárselas con algún trabajito a los 90 años.
¿No habrá llegado la hora de reivindicar a estos señores de la argentinidad, otorgándoles ya, lo que pidan? Todo será poco para mantener incólumes sus heroicas historias de matanzas de indígenas, saqueos de tierras, asesinatos masivos, golpes de estado, desapariciones de jóvenes, robos de niños y tantas otras grandes obras solidarias que construyeron nuestra Nación.

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