sábado, 1 de noviembre de 2025

EL DOLOR DE YA NO SER

Por Roberto Marra

La miserabilidad es un gesto indigno para quienes siempre hayan demostrado no ser miserables. Es una manifestación de la impotencia de quienes no pueden sostenerse con aspavientos de continuidad eterna. Es el abandono rebuscado de la realidad para justificar sus deterioros. Es la pasión por lo incoherente con esa realidad, rebajada hasta subsumirla en entelequias que sólo favorezcan la visión sesgada de quienes la dicen interpretar. Con esa miserabilidad nacen los desvíos ideológicos, se fortalecen las pasiones enemigas, se adornan con boatos de oscuridades semánticas las otroras sabidurías derramadas ahora en un charco de dudas, sembradas para dañar a rivales que no lo son, pero que necesitan imperiosamente para seguir siendo el centro de la escena.

Mentir sin rubor, apañar lo injustificable, romper con el hilo conductor hacia un futuro al que se menciona sólo para marcar su inaccesibilidad, forman parte de discursos envenenados que abandonan las grandezas reales al costado de sus propias historias. Todo vale a la hora de continuar siendo lo que se pretende ser, a costa de la miseria real, la de los que están miserabilizados por la fuerza de “los mercados”, esos propietarios de casi todo, menos de la decencia, los eternos responsables de todos los males y acumuladores de todas las riquezas, los auténticos enemigos del Pueblo.

Si ese es el objetivo, si desdeñar la realidad para encontrar un refugio que asegure la continuidad en el liderazgo es el norte, entonces el destino popular se dirige a la velocidad de la luz oscura hacia el infierno del que ya estamos sintiendo sus fragores. Si ocultar certidumbres de responsabilidades propias y exaltar supuestos errores ajenos es la escala con la que se mide la verdad, entonces ha muerto el honor de haber sido y asoma, contundente y mortal, el dolor de ya no ser.

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