Los especialistas consultados por este y otros diarios respecto del
cambio que hubo entre el primer estudio, que se le realizó a la
presidenta el 22 de diciembre, y el resultado del análisis histológico,
que se hizo sobre los tejidos de la glándula tiroides extirpada,
coincidieron en que no hubo error en el diagnóstico. Acordaron, también,
en calificarlo como “falso positivo”.
Y agregaron que el diagnóstico definitivo, que confirmó que Cristina tenía adenomas foliculares y no cáncer, se determina con una biopsia de tiroides y no mediante una punción como la que se le practicó en diciembre. Los médicos patólogos Liliana Balsells y Julio San Martino del laboratorio Maipú fueron quienes diagnosticaron a la paciente Fernández, Cristina E: “Citología compatible con carcinoma papilar de células foliculares.” Ante ese cuadro, la operación del 4 de enero a cargo del oncólogo Pedro Saco se convirtió en la única opción lógica. Y así fue. No hay margen para especulaciones antojadizas. La salud de un presidente es una cuestión de Estado. La cirugía que se le realizó a Cristina fue exitosa. Y que la mandataria no tenga ni haya tenido cáncer es una muy buena noticia. Ahora seguirá con su recuperación y seguramente por estas horas se estará evaluando si mantiene sus 20 días de licencia o si regresa a la Rosada antes del 24.
Lo que no tiene cura, y eso quedó demostrado, es la intencionalidad de Clarín en el manejo de la información. Qué se puede esperar del diario que el 5 de enero, el día posterior a que la jefa de Estado fuera intervenida en el Hospital Austral tituló: “Operaron a la presidenta del tumor, con éxito”. Probablemente, la insólita construcción gramatical sea materia de estudio para los analistas del discurso, expertos en la función connotativa del lenguaje, pero de lo que no hay duda es que quedará para la historia del periodismo como otra tapa nefasta del gran diario argentino. Si de expertos se trata, ahora dicen que en Clarín los editorialistas se convirtieron en especialistas médicos que pueden aventurar, como se hizo ayer, que la presidenta “haya sido víctima de una mala praxis”.
Y agregaron que el diagnóstico definitivo, que confirmó que Cristina tenía adenomas foliculares y no cáncer, se determina con una biopsia de tiroides y no mediante una punción como la que se le practicó en diciembre. Los médicos patólogos Liliana Balsells y Julio San Martino del laboratorio Maipú fueron quienes diagnosticaron a la paciente Fernández, Cristina E: “Citología compatible con carcinoma papilar de células foliculares.” Ante ese cuadro, la operación del 4 de enero a cargo del oncólogo Pedro Saco se convirtió en la única opción lógica. Y así fue. No hay margen para especulaciones antojadizas. La salud de un presidente es una cuestión de Estado. La cirugía que se le realizó a Cristina fue exitosa. Y que la mandataria no tenga ni haya tenido cáncer es una muy buena noticia. Ahora seguirá con su recuperación y seguramente por estas horas se estará evaluando si mantiene sus 20 días de licencia o si regresa a la Rosada antes del 24.
Lo que no tiene cura, y eso quedó demostrado, es la intencionalidad de Clarín en el manejo de la información. Qué se puede esperar del diario que el 5 de enero, el día posterior a que la jefa de Estado fuera intervenida en el Hospital Austral tituló: “Operaron a la presidenta del tumor, con éxito”. Probablemente, la insólita construcción gramatical sea materia de estudio para los analistas del discurso, expertos en la función connotativa del lenguaje, pero de lo que no hay duda es que quedará para la historia del periodismo como otra tapa nefasta del gran diario argentino. Si de expertos se trata, ahora dicen que en Clarín los editorialistas se convirtieron en especialistas médicos que pueden aventurar, como se hizo ayer, que la presidenta “haya sido víctima de una mala praxis”.
La Unidad Médica Presidencial difundió un comunicado oficial para
despejar cualquier tipo de especulaciones o “malintencionadas
publicaciones”, como señalan los médicos Luis Buonomo y Marcelo
Ballesteros. Allí se informa que el estudio histopatológico del
laboratorio Maipú da cuenta de una “citología compatible con carcinoma
papilar”. El resto son conjeturas, especulación rancia, con un fin
claro: confundir, construir un relato que dañe la credibilidad sobre lo
ocurrido y, por ende, a los argentinos; salpicar de incertidumbre con
una vulgaridad tal que podría traducirse en algo por estilo: “Si el
gobierno es capaz de engañarnos sobre la salud de la presidenta qué
queda, entonces, para el resto de los asuntos del Estado.”
¿Dónde radicaría la supuesta intención del gobierno de instalar la “operación tiroides” como tituló el dominical Perfil, en sintonía con la visión conspirativa de Clarín? ¿En el tan temido relato K?
Cristina asumió hace menos de un mes su segundo mandato tras ganar las elecciones con más del 54% de los votos. ¿Qué mente afiebrada puede ver detrás de una cirugía en la se le extirpó la glándula tiroides a la presidenta de todos los argentinos algún atisbo de especulación política? Increíble.
Sí hay algo claro. El diagnóstico profesional sobre cómo Clarín ejerce el periodismo no deja dudas: es mala praxis. Conjetura en su editorial que la presidenta “sufrió posiblemente una mutilación innecesaria”, pero cinco páginas después un especialista, el endocrinólogo jefe de la Sección Tiroides del Hospital de Clínicas, Fabián Pitoia afirma: “La operación no podía haberse evitado.” En el mismo sentido y en la misma nota, Eduardo Faure, jefe de Endocrinología del Hospital Churruca define que “ante la sospecha de cáncer, hay que extirpar la glándula”. Amparado en un supuesto off the record, Clarín desliza en su editorial y lo sostiene en la crónica que titula “Hubo un error en el diagnóstico y la presidenta no tiene cáncer” que desde el laboratorio Maipú habrían “evaluado que el nódulo que se le detectó a la Presidenta era ‘sospechoso’, y no un ‘carcinoma’ aunque ningún médico del lugar desmintió al Gobierno cuando se difundió que la Presidenta padecía cáncer.”
¿Dónde radicaría la supuesta intención del gobierno de instalar la “operación tiroides” como tituló el dominical Perfil, en sintonía con la visión conspirativa de Clarín? ¿En el tan temido relato K?
Cristina asumió hace menos de un mes su segundo mandato tras ganar las elecciones con más del 54% de los votos. ¿Qué mente afiebrada puede ver detrás de una cirugía en la se le extirpó la glándula tiroides a la presidenta de todos los argentinos algún atisbo de especulación política? Increíble.
Sí hay algo claro. El diagnóstico profesional sobre cómo Clarín ejerce el periodismo no deja dudas: es mala praxis. Conjetura en su editorial que la presidenta “sufrió posiblemente una mutilación innecesaria”, pero cinco páginas después un especialista, el endocrinólogo jefe de la Sección Tiroides del Hospital de Clínicas, Fabián Pitoia afirma: “La operación no podía haberse evitado.” En el mismo sentido y en la misma nota, Eduardo Faure, jefe de Endocrinología del Hospital Churruca define que “ante la sospecha de cáncer, hay que extirpar la glándula”. Amparado en un supuesto off the record, Clarín desliza en su editorial y lo sostiene en la crónica que titula “Hubo un error en el diagnóstico y la presidenta no tiene cáncer” que desde el laboratorio Maipú habrían “evaluado que el nódulo que se le detectó a la Presidenta era ‘sospechoso’, y no un ‘carcinoma’ aunque ningún médico del lugar desmintió al Gobierno cuando se difundió que la Presidenta padecía cáncer.”
Una vez más, quedó demostrado que la realidad no encaja en lo que
Clarín, y sus intereses, necesitan y desean que la realidad les brinde.
Entonces, ¿por qué una institución “prestigiosa”, como define ese diario
a Diagnóstico Maipú, tendría que desmentir al gobierno cuando su
estudio histopatológico hizo referencia a una carcinoma papilar?
Porque Clarín así lo quiere.
*Publicado en Tiempo Argentino
Porque Clarín así lo quiere.
*Publicado en Tiempo Argentino
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