Por Aimé Peira*
La gente puede ser ingeniosa. Por eso muchos deciden ser igualmente
ingeniosos y se presentan a la sociedad como excelentes todólogos. No
discriminan si sus análisis se relacionan con sucesos en el servicio
público: charlan con choferes de colectivo y con taxistas. Tampoco les
molesta relacionarse con toda la fila del banco. Expresan su ideología y
disconformidad en facebook, discuten en foros elevando su presión
arterial. Es gente que se toma la vida demasiado en serio.
Les preocupa
muchísimo su clase social: las otras que se pudran, y si son más pobres,
que revienten. A esta gente la horroriza el paupérrimo estado del
actual sistema educativo, pero desconoce cada avance, cada logro. Eso
sí, saben de las netbooks, y reniegan con ello mes a mes, cuando llega
la cuota 13 de la compu comprada en 24 cuotas. Porque hasta el más
estúpido sabe que es imprescindible que un chico se desarrolle en la
informática para insertarse en el mercado laboral el día de mañana. Aún
así el Estado les da una compu a los que no tienen dinero, en vez de
aprovechar que no les alcanza y no fomentar más competencia laboral en
el futuro de los nenes bien. Seguramente es una conspiración en contra
de los que se pagan todo (menos los subsidios). Claro, la gente
ingeniosa puede develar las conspiraciones ocultas en cada iniciativa
del otro: ha decidido analizar la realidad sociopolítica como un
verdadero policial. Y se invisten de detectives cada vez que algo pasa.
Todo se pone en tela de juicio, hasta una beca universitaria llega a ser
basura para los padres vagos, porque laburando se puede pagar la cuota
de la privada. ¿Hay sequía? Seguro que el trigo no cotiza bien. La
presidenta está enferma y no lo dicen para que no se le acabe el
reinado. Se guían por palpitaciones, sospechas, comentarios de diarios
berretas, intuición, pero nunca por la razón. De la verdadera crítica
que se le puede hacer a nuestra realidad no se quejan ni un poquito,
porque no les importa dónde está Julio López, quién mató a Silvia Suppo,
qué pasó en Villa Moreno. Se preocupan por cualquier pichicho de la
calle, pero les molesta cualquier pibe de la calle. Para resolver la
inseguridad sólo piensan que se ponga más seguridad. No importa que se
muera más gente en accidentes automovilísticos que en asaltos. El ladrón
que mata asesina a propósito. El conductor que mata estuvo
alcoholizado, se excedió de velocidad, pasó a un camión con doble línea
amarilla. Y puede ser su hijo. Es gente que se mueve sin remordimientos
porque en su bondad absoluta sabe que hace todo muy bien. En un rencor
infinito, en la necedad del que no quiere recapacitar, del que puede ver
la historia y los porqués pero prefiere no reelaborar nada porque no
acepta su propio error, no existe bondad ni ingenuidad ni patriotismo.
Allí sólo hay tiempo perdido y una uña filosa que araña, discrimina y
sepulta.*Carta de lectores de Rosario12
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