viernes, 6 de enero de 2012

LOS DUEÑOS DEL CABLE Y EL PAPEL PARA DIARIOS



El papel es para los diarios y las revistas lo que el cable es para los medios electrónicos masivos de televisión e Internet. Papel y cable son los soportes en los que viajan los mensajes de cada uno de estos distintos sistemas de comunicación de la información. Los vínculos radioeléctricos completan las redes de cableados coaxiles y de fibra óptica, pero por limitaciones físicas y geográficas, el espectro electromagnético no puede lograr la penetración y masividad del cable.
El derecho de todos a escribirnos y leernos, vernos y escucharnos, sea como fuentes o destinatarios, y a elegir libremente los medios masivos de comunicación para hacerlo, no establece diferencias entre las distintas tecnologías de transporte y formatos de esos mensajes. Es la misma libertad democrática e idéntico derecho humano el que debe ser tutelado por el Estado, viaje en papel, por cable o por aire, se exprese con tinta o modulando señales.
Hay algo más que comparten las redes de cable con el papel para diarios: el mismo apropiador.  Han sido monopolizadas por el  Grupo Clarín, que ha controlado por décadas la producción y comercialización de la pasta de celulosa.

Los recientes relevamientos de servicios de telecomunicaciones en 717 ciudades y pueblos  de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, efectuados por la UTN para el Ministerio de Planificación, con datos obtenidos por técnicos y entrevistadores especializados en el área , revelan que:
–En todas las localidades que tienen TV por cable hay 2.534.500 hogares y Cablevision-Fibertel acapara el 81 % de los clientes. El 19% restante se reparte entre el resto de los operadores, Telecentro,Tele Red y otros, la mayoría de los cuales no tienen cableado propio. Deben pagarles peaje al monopolio, con precios y condicionamientos arbitrarios. Por eso el término “acapara” no es caprichoso.
–De los 2.534.500 hogares hay 1.104.645 que son usuarios de TV por cable e Internet por cablemodem. Están distribuidos en 268 localidades, relevadas a lo largo y ancho de las rutas nacionales y provinciales, desde las más grandes a las más chicas. Desde La Plata en provincia de Buenos Aires con 180 mil hogares y 118 mil clientes de Cablevisión hasta Carnerillo en Córdoba con apenas 1600 habitantes y 300 clientes de Cablevision. Puede verificarse en la mayoría de estos pueblos que de cada diez familias con TV paga, nueve o diez tienen el cable del monopolio. El amplio abanico social de la muestra tiene una representatividad sesgada hacia las clases sociales de menor poder adquisitivo, pero dentro de las que pueden pagar la TV cableada.
–La TV por aire no llega aún a la mayoría de las localidades que tienen cable y sus municipios ya no permiten más postes que deterioren la vía pública y contaminen visualmente. En muchas ciudades como la de Buenos Aires las ordenanzas autorizaron hasta cuatro postes metálicos por cuadra al grupo dominante del mercado y el resto de las prestadoras quedaron obligadas a alquilarles postes o cables.
Postes exclusivos en veredas públicas, con sus cables ocupando el espacio aéreo municipal y un privilegiado explotador de esta estructura única: el Grupo Clarín.
Cuando otra empresa grande invierte y consigue autorización para posteado y cableado propio, el monopolio recurre al dumping, como ocurrió en Río Cuarto-Córdoba, donde al instalarse Supercanal, Cablevisión redujo los abonos a la mitad del precio para lograr que el competidor caiga y que la población quede sin “libertad para elegir”. Eso es hacer exactamente lo opuesto a su mensaje de cabecera. La gran mentira de Clarín sobre la TV paga.
La normativa actual le impide intervenir a la CNC, autoridad nacional de control, ante las irregularidades de un prestador sin licencia, como ocurre con Fibertel. El único recurso es la denuncia judicial. Se da la paradoja de convenirle al monopolio operar fuera de la ley para que sus procedimientos sólo puedan ser impedidos por un juez y no por la autoridad administrativa.
Algunas prácticas dominantes ilegales de Cablevisión-Fibertel ya están siendo juzgadas en los tribunales. Pero eso es el monopolio funcional. En cambio, el estructural sólo puede desarmarse por medio de una ley, tomando la jurisprudencia que establece que las redes de telecomunicaciones, adquiridas e instaladas en base a rentas de servicios monopólicos, deben ser íntegramente reguladas y controladas con real sentido popular y democrático por el Estado, y vencidas o canceladas las concesiones a los privados, pasar a integrar su patrimonio.     
Hay suficientes fundamentos  para declarar de interés nacional las redes cableadas de TV e Internet, al igual que nuestros legisladores hicieron con el papel de diarios. Empecemos a dar vuelta los privilegios exclusivos de la corporación en las vías y espacios públicos apropiados y su posición dominante sobre la estructura soporte de los medios electrónicos de mayor penetración del país. 

 

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