Cuba se vio forzada a luchar por su existencia frente a una potencia
expansionista, ubicada a pocas millas de sus costas, que proclamaba la
anexión de nuestra isla, cuyo único destino era caer en su seno como
fruta madura. Estábamos condenados a no existir como nación.
Sin comprender esta profunda verdad, hoy no se podría ser ni patriota, ni revolucionario.
Los medios de información masiva, el monopolio de muchos recursos
técnicos, y los cuantiosos fondos destinados a engañar y embrutecer a
las masas, constituyen sin duda obstáculos considerables, pero no
invencibles.
Cuba demostró que -a partir de su condición de factoría colonial
yanki, unida al analfabetismo y la pobreza generalizada de su pueblo-,
era posible enfrentar al país que amenazaba con la absorción definitiva
de la nación cubana. Nadie puede siquiera afirmar que existía una
burguesía nacional opuesta al imperio, tan cercana a este se desarrolló
que incluso poco después del triunfo envió catorce mil niños sin
protección alguna a Estados Unidos, aunque tal acción estuvo asociada a
la pérfida mentira de que sería suprimida la Patria Potestad, que la
historia registró como operación Peter Pan y fue calificada como la
mayor maniobra de manipulación de niños con fines políticos que se
recuerde en el hemisferio occidental.
El territorio nacional fue invadido, apenas dos años después del
triunfo revolucionario, por fuerzas mercenarias, -integradas por
antiguos soldados batistianos e hijos de terratenientes y burgueses-
armadas y escoltadas por Estados Unidos con buques de su flota naval,
incluidos portaaviones con equipos listos para entrar en acción, que
acompañaron a los invasores hasta nuestra isla. La derrota y la captura
de casi la totalidad de los mercenarios en menos de 72 horas y la
destrucción de sus aviones que operaban desde bases en Nicaragua y sus
medios de transporte naval, constituyó una derrota humillante para el
imperio y sus aliados latinoamericanos que subestimaron la capacidad de
lucha del pueblo cubano.
La URSS frente a la interrupción del suministro de petróleo por parte
de Estados Unidos, la ulterior suspensión total de la cuota histórica
de azúcar en el mercado de ese país, y la prohibición del comercio
creado a lo largo de más de cien años, respondió a cada una de esas
medidas abasteciendo combustible, adquiriendo nuestra azúcar,
comerciando con nuestro país y finalmente suministrando las armas que
Cuba no podía adquirir en otros mercados.
La idea de una campaña sistemática de ataques piratas organizados por
la CIA, los sabotajes y las acciones militares de bandas creadas y
armadas por ellos, antes y después del ataque mercenario, que
culminarían en una invasión militar de Estados Unidos en Cuba, dieron
origen a los acontecimientos que pusieron al mundo al borde de una
guerra nuclear total, de la que ninguna de sus partes y ni la propia
humanidad habría podido sobrevivir.
Aquellos acontecimientos sin dudas costaron el cargo a Nikita
Jruschov, que subestimó al adversario, desoyó criterios que les fueron
informados y no consultó su decisión final con los que estábamos en la
primera línea. Lo que pudo ser una importante victoria moral se
convirtió así en un costoso revés político para la URSS. Durante muchos
años las peores fechorías continuaron realizándose contra Cuba y no
pocas, como su criminal bloqueo, se cometen todavía.
Jruschov tuvo gestos extraordinarios con nuestro país. En aquella
ocasión critiqué sin vacilación el acuerdo inconsulto con Estados
Unidos, pero sería ingrato e injusto dejar de reconocer su
extraordinaria solidaridad en momentos difíciles y decisivos para
nuestro pueblo en su histórica batalla por la independencia y la
revolución frente al poderoso imperio de Estados Unidos. Comprendo que
la situación era sumamente tensa y él no deseaba perder un minuto cuando
tomó la decisión de retirar los proyectiles y los yankis se
comprometieron, muy secretamente, a renunciar a la invasión.
A pesar de las décadas transcurridas que suman ya medio siglo, la fruta cubana no ha caído en manos yankis.
Las noticias que en la actualidad llegan de España, Francia, Iraq,
Afganistán, Pakistán, Irán, Siria, Inglaterra, las Malvinas y otros
numerosos puntos del planeta, son serias, y todas auguran un desastre
político y económico por la insensatez de Estados Unidos y sus aliados.
Me limitaré a unos pocos temas. Debo señalar según cuentan todos, que
la selección de un candidato republicano para aspirar a la presidencia
de ese globalizado y abarcador imperio, es a su vez, -lo digo en serio-
la mayor competencia de idioteces e ignorancia que se ha escuchado
nunca. Como tengo cosas que hacer, no puedo dedicarle tiempo al asunto.
De sobra sabía que sería así.
Ilustran más algunos despachos cablegráficos que deseo analizar,
porque muestran el increíble cinismo que genera la decadencia de
Occidente. Uno de ellos, con pasmosa tranquilidad, habla de un preso
político cubano que, según se afirma, murió tras huelga de hambre que
duró 50 días. Un periodista de Granma, Juventud Rebelde, noticiero
radial, o cualquier otro órgano revolucionario, se puede equivocar en
cualquier apreciación sobre cualquier tema, pero jamás fabrica una
noticia o inventa una mentira.
En la nota de Granma se
afirma que no hubo tal huelga de hambre; era un recluido por delito
común, sancionado a 4 años por agresión que provocó lesiones en el
rostro a su esposa; que la propia suegra solicitó la intervención de las
autoridades; los familiares más allegados estuvieron al tanto de todos
los procedimientos que se emplearon en su atención médica y estaban
agradecidos por el esfuerzo de los especialistas médicos que lo
atendieron. Fue asistido, afirma la nota, en el mejor hospital de la
región oriental como se hace con todos los ciudadanos. Había muerto a
causa de fallo multi-orgánico secundario asociado a un proceso
respiratorio séptico severo.
El paciente había recibido todas las atenciones que se aplican en un
país que posee uno de los mejores servicios médicos del mundo, los
cuales se brindan gratuitamente, a pesar del bloqueo impuesto por el
imperialismo a nuestra Patria. Es sencillamente un deber que se cumple
en un país donde la Revolución tiene el orgullo de haber respetado
siempre, durante más de 50 años, los principios que le dieron su
invencible fuerza.
Más valdría realmente que el Gobierno español, dadas sus excelentes
relaciones con Washington, viaje a Estados Unidos y se informe de lo que
ocurre en las cárceles yankis, la conducta despiadada que aplica a los
millones de presos, la política que se practica con la silla eléctrica
y los horrores que se cometen con los detenidos en las cárceles y los
que protestan en las calles.
Ayer lunes 23 de enero, un duro editorial de Granma titulado “Las verdades de Cuba” en
una página completa de ese órgano explicó detalladamente la insólita
desvergüenza de la campaña mentirosa desatada contra nuestra Revolución
por algunos gobiernos “tradicionalmente comprometidos con la subversión
contra Cuba”.
Nuestro pueblo conoce bien las normas que han regido la conducta
intachable de nuestra Revolución desde el primer combate y jamás
mancillada a lo largo de más de medio siglo. Sabe también que no podrá
ser jamás presionado ni chantajeado por los enemigos. Nuestras leyes y
normas se cumplirán indefectiblemente.
Es bueno señalarlo con toda claridad y franqueza. El Gobierno español y la destartalada Unión Europea,
sumida en una profunda crisis económica, deben saber a qué atenerse.
Produce lástima leer en agencias de noticias las declaraciones de ambas
cuando utilizan sus descaradas mentiras para atacar a Cuba. Ocúpense
primero de salvar el euro si pueden, resuelvan el desempleo crónico que
en número creciente padecen los jóvenes, y respondan a los indignados
sobre los cuales la policía arremete y golpea constantemente.
No ignoramos que ahora en España gobiernan los admiradores de Franco,
quien envió a miembros de la División Azul junto a las SS y las SA
nazis para matar soviéticos. Casi 50 mil de ellos participaron en la
cruenta agresión. En la operación más cruel y dolorosa de aquella
guerra: el cerco de Leningrado, donde murieron un millón de ciudadanos
rusos, la División Azul formó parte de las fuerzas que trataron de
estrangular a la heroica ciudad. El pueblo ruso no perdonará nunca aquel
horrendo crimen.
La derecha fascista de Aznar, Rajoy y otros servidores del imperio,
debe conocer algo de las 16 mil bajas que tuvieron sus antecesores de la
División Azul y las Cruces de Hierro con las que Hitler premió a los
oficiales y soldados de esa división. Nada tiene de extraño lo que hace
hoy la policía gestapo con los hombres y mujeres que demandan el derecho
al trabajo y al pan en el país con más desempleo de Europa.
¿Por qué mienten tan descaradamente los medios de información masiva del imperio?
Los que manejan esos medios, se empeñan en engañar y embrutecer al
mundo con sus groseras mentiras, pensando quizás que constituye el
recurso principal para mantener el sistema global de dominación y saqueo
impuesto, y de modo particular a las víctimas cercanas a la sede de la
metrópolis, los casi seiscientos millones de latinoamericanos y
caribeños que viven en este hemisferio.
La república hermana de Venezuela se ha convertido en el objetivo
fundamental de esa política. La razón es obvia. Sin Venezuela, el
imperio habría impuesto el Tratado de Libre Comercio a todos los pueblos
del continente que lo habitan desde el Sur de Estados Unidos, donde se
encuentran las mayores reservas de tierra, agua dulce y minerales del
planeta, así como grandes recursos energéticos que, administrados con
espíritu solidario hacia los demás pueblos del mundo, constituyen
recursos que no pueden ni deben caer en manos de las transnacionales que
le imponen un sistema suicida e infame.
Basta, por ejemplo, mirar el mapa para comprender el criminal despojo
que significó para Argentina arrebatarle un pedazo de su territorio en
el extremo sur del continente. Allí emplearon los británicos su
decadente aparato militar para asesinar bisoños reclutas argentinos
vestidos con ropas de verano cuando ya estaban en pleno invierno.
Estados Unidos y su aliado Augusto Pinochet le dieron a Inglaterra un
desvergonzado apoyo. Ahora, en víspera de las Olimpiadas de Londres, su
Primer Ministro David Cameron también proclama, como ya lo hizo Margaret Thatcher,
su derecho a usar los submarinos nucleares para matar argentinos. El
gobierno de ese país desconoce que el mundo está cambiando, y el
desprecio de nuestro hemisferio y de la mayoría de los pueblos hacia los
opresores se incrementa cada día.
El caso de las Malvinas no es único. ¿Conoce acaso alguien cómo
terminará el conflicto en Afganistán? Hace muy pocos días soldados
norteamericanos ultrajaban los cadáveres de combatientes afganos,
asesinados por los bombarderos sin pilotos de la OTAN.
Hace tres días una agencia europea publicó que “el presidente afgano
Hamid Karzai, dio su aval a un negociado de paz con los talibanes,
subrayando que esta cuestión debe ser resuelta por los ciudadanos de su
país”, luego añadió: “…el proceso de paz y reconciliación pertenece a la
nación afgana y ningún país u organización extranjera puede sacarles a
los afganos este derecho.”
Por su parte, un despacho publicado por nuestra prensa comunicaba
desde Paris que “Francia suspendió hoy todas sus operaciones de
formación y ayuda al combate en Afganistán y amenazó con anticipar el
retiro de sus tropas, luego de que un soldado afgano ultimara a cuatro
militares franceses en el valle Taghab, de la provincia de Kapisa [...]
Sarkozy dio instrucciones al Ministro de Defensa Gérard Longuet para
trasladarse inmediatamente a Kabul, y avizoró la posibilidad de un
retiro anticipado del contingente.”
Desaparecida la URSS y el Campo Socialista, el Gobierno de Estados
Unidos concebía que Cuba no podía sostenerse. George W. Bush tenía ya
preparado un gobierno contrarrevolucionario para presidir nuestro país.
El mismo día que Bush inició su criminal guerra contra Iraq, solicité a
las autoridades de nuestro país el cese de la tolerancia que se aplicaba
a los cabecillas contrarrevolucionarios que en esos días demandaban
histéricamente la invasión a Cuba. En realidad, su actitud constituía un
acto de traición a la Patria.
Bush y sus estupideces imperaron durante 8 años y la Revolución
Cubana ha perdurado ya más de medio siglo. La fruta madura no ha caído
en el seno del imperio. Cuba no será una fuerza más con la que el
imperio se extienda sobre los pueblos de América. La sangre de Martí no
se habrá derramado en vano.
*Pubklicado en Cubadebate
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