Por Hugo Chávez Frías *
Amado Pueblo Argentino,
amada Cristina:
A
un año de la siembra del compañero Néstor Kirchner, dirijo estas
palabras al Gran Pueblo Argentino: mi alma y mi corazón saltan hasta la
página para rendir tributo de admiración y gratitud al indoblegable
combatiente, al conductor ejemplar y al entrañable amigo.
Quién
puede dudarlo: Néstor personifica lo más elevado del espíritu popular y
libertario argentino. Su vida fue y sigue siendo testimonio fiel y
paradigmático de entrega y coraje. Cómo olvidar, por poner un ejemplo
que me es caro, su brillante rol protagónico en la IV Cumbre de las
Américas en Mar del Plata (noviembre 2005), cuando enterramos al ALCA.
El
papel de anfitrión que le tocó desempeñar fue clave para decidir los
nuevos rumbos del continente. Todavía me parece que oigo su voz, la voz
de nuestra dignidad, al enfrentar resueltamente a Bush y a su pretensión
de imponernos la agenda neoliberal del imperio: “Aquí no vengan a
patotearnos, no vamos a aceptar que nos patoteen”.
Con
certeza, en esta hora en que lo recordamos, está invocando, desde el
legado combativo que nos dejó, al verbo encendido de Mariano Moreno:
“Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila”.
Quisiera
rememorar unas palabras de este tenaz e incansable forjador de Patria, y
las rememoro, sobre todo, por las circunstancias en que fueron
pronunciadas. Recién salido de su intervención quirúrgica al inicio del
año pasado, Néstor dijo: “Les puedo asegurar que en los momentos que me
tocó vivir, contaba los minutos para estar en el lugar en el que tenía
que estar. Es un lugar donde la hora de la Argentina nos requiere a
todos estar al frente para consolidar este proceso de transformación que
iniciamos en el año 2003”.
He
allí la grandeza humana junto a la convicción en un destino político,
encarnándose en un hombre de veras excepcional. Un hombre que le entregó
la vida a su Pueblo; que se consagró a servirlo con inquebrantable
lealtad y con infinito amor.
“La
memoria erige el tiempo”, decía Jorge Luis Borges, y vaya que la
Argentina de hoy ha recuperado plenamente la salud de la memoria y, por
eso mismo, erige libre y soberanamente su tiempo: el tiempo de los
nuevos amaneceres que ha dejado definitivamente atrás a la oscurana de
los opresores. Por supuesto, Néstor fue magno artífice de esta Argentina
que volvió en sí, reencontrándose con su conciencia histórica,
reencarnando su dignidad.
Néstor
es, lo digo con Miguel Angel Asturias, la lucha que no termina contra
la impunidad: contra el olvido. Cuánta pasión y cuánta tenacidad puso en
reivindicar a las víctimas del gorilato argentino, conociendo, como
conocía, lo que fueron aquellos años de tinieblas. Hay que volver, una y
otra vez, sobre sus palabras, porque tienen el acento de la verdad:
“Queremos que haya justicia, queremos que realmente haya una
recuperación fortísima de la memoria y que en esta Argentina se vuelvan a
recordar, recuperar y tomar como ejemplo a aquellos que son capaces de
dar todo por los valores que tienen y una generación en la Argentina que
fue capaz de hacer eso, que ha dejado un ejemplo, que ha dejado un
sendero, su vida, sus madres, que ha dejado sus abuelas y que ha dejado
sus hijos”.
Cuánto alegra saber hoy que Néstor es memoria viva de los argentinos y argentinas.
Memoria
viva, valga la reiteración, que trasciende al vago e inerte recuerdo,
para hacerse combativa presencia en el corazón de cada una y cada uno de
ustedes, compatriotas suyos y nuestros. Así lo demostraron el domingo
23 de octubre, acudiendo masivamente a las urnas electorales para
reafirmar el proyecto de liberación nacional al que le diera alma y
vida. Néstor no aspiró a otra gloria que a la de cumplir con el sagrado
propósito de levantar de nuevo a la Patria austral, fundida y en el piso
como la había encontrado al asumir la Presidencia. Cada nuevo día,
Néstor vive en Cristina. Cada nuevo día, Néstor triunfa con Cristina. Y
cuánta razón tiene el gran pensador argentino Ricardo Forster: “Un hilo
de continuidad sólida atraviesa lo inaugurado por el flaco desgarbado y
su compañera de vida e ideas”.
Desde
el corazón de su Pueblo, una y otra vez, Néstor vuelve a ser del tamaño
de su compromiso, y su compromiso es del tamaño de su amada Argentina.
Néstor no saldrá jamás de ese infinito corazón que lo lleva consigo y lo
arrulla, para que, desde allí, siga soñando y labrando la tierra de la
justicia y de la igualdad.
Pero
este gran paladín popular fue, al mismo tiempo, un genuino adalid de la
unidad. Así lo definió cabalmente el mismo Ricardo Forster: “Alguien
que reescribió, con otra escritura, el vínculo de la Argentina con sus
hermanos latinoamericanos sabiendo, como lo supo desde un principio, que
era el destino que nos venía esperando desde los albores de las gestas
emancipadoras”. Desde la Presidencia de la República Argentina y desde
la Secretaría General de la UMASUR, Néstor sirvió, con lucidez y con
pasión, a la causa de la unidad suramericana y nuestroamericana. En ello
fue un peronista convencido y, por eso mismo, consecuente.
Yo
debo decir que Néstor comprendió, con su visión de águila, la necesidad
histórica y política de establecer una alianza estratégica entre la
Argentina y Venezuela. Tras 180 años de la entrevista de Guayaquil, los
hijos de San Martín y los hijos de Bolívar volvimos a abrazarnos,
reemprendiendo juntos la gran obra que quedó inconclusa: nuestra
definitiva Independencia. El largo camino de Caracas a Buenos Aires
quedaba felizmente abierto: por él seguimos con Néstor como vigía,
señalando el rumbo.
Ya
para finalizar estas líneas, permítanme, hermanas y hermanos argentinos
que me leen, dirigirme a él: a Néstor. Compañero, amigo, hermano: la
muerte no pudo matar a tanta vida hace un año en El Calafate; la muerte
nunca podrá matarte porque tu nombre es Pueblo. Y el 23 de octubre de
2011 has vuelto a vencer, esto es, ha vuelto a vencer la fuerza del
amor, la fuerza de la esperanza, la fuerza de la vida: la fuerza que
eres en Cristina y que, desde ella, es la fuerza de la Argentina
perpetua; la que cambió para siempre. En medio de un infinito mar de
banderas albicelestes, por las calles y los campos de tu Patria amada y a
la que amo, renaces cada día.
¡Honor y gloria a Néstor Kirchner!
¡Néstor vive, la lucha sigue!
¡En la luz de Néstor: Viva Cristina!
¡Viviremos y Venceremos!
¡Hasta la victoria siempre!
*Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Caracas, 25 de octubre de 2011.
Carta publicada en Página12 el 27 de octubre de 2011
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