En el
tercer trimestre de 2007 comenzó la crisis de las hipotecas subprime en
Estados Unidos. Desde entonces se han registrado acontecimientos de
máximo estrés financiero, como la quiebra del banco de inversión Lehman
Brothers, en septiembre de 2008, o el actual, con la Zona Euro caminando
por la cornisa en intentos desesperados para organizar el default
ordenado de la deuda soberana griega.
La experiencia de 2009 es una referencia cercana para evaluar el
impacto de la crisis como también las respuestas para enfrentarla.
Además de las enseñanzas defensivas que se incorporaron en esa fase
recesiva (fortalecimiento del mercado interno, protección del empleo),
el actual panorama se presenta en un contexto local diferente. En ese
año turbulento, a la caída record del comercio internacional se le
sumaron dos factores domésticos relevantes: la fuerte sequía, que afectó
el rinde de las cosechas y el stock ganadero, con el conflicto por la
resolución 125 de arrastre, y la crisis política por el voto no positivo
en el Senado del vicepresidente y el resultado adverso para el
oficialismo de las elecciones de medio término en junio de 2009. Ahora
no hay sequía y, en sentido inverso, se espera un nivel de producción
agropecuaria record; el comercio internacional no muestra señales
preocupantes, y, en especial, existe fortaleza política del Gobierno
luego de la apertura de las urnas el domingo pasado.
Este escenario diferente obliga a otro análisis para detectar cuáles
pueden ser los factores desestabilizadores por la prolongada crisis
internacional. El frente que se presenta más vulnerable se encuentra por
el lado de la balanza de pagos, siendo el giro de utilidades de
empresas extranjeras y la fuga de capitales las variables más sensibles.
Si bien el saldo positivo del intercambio comercial se ha reducido un
poco, aún se mantiene elevado por favorables precios internacionales de
las exportaciones de commodities y un destacado dinamismo de los
despachos al exterior de productos industriales. El menor resultado de
la balanza comercial responde a razones estructurales, como la
insuficiencia en la producción local de bienes intermedios, que obliga a
su importación, y la creciente compra de energía (petróleo y gas),
ambas situaciones explicadas por el fuerte ritmo de crecimiento del
Producto.
Un poco más complejo es el cuadro de la cuenta corriente. En el
primer semestre del año exhibió un superávit de 797 millones de dólares.
El resultado refleja una reducción del 75 por ciento frente al mismo
período del año pasado. La desmejora del frente externo no es de
magnitud suficiente para actuar como freno al crecimiento, puesto que el
déficit de cuenta corriente se ubica como uno de los más bajos de
Latinoamérica, estimado por consultoras privadas en 0,6 por ciento del
PBI para este año. Este comportamiento implica que el saldo comercial
positivo ya no alcanza para pagar la suma de los intereses de la deuda
externa y transferencia de utilidades de multinacionales, por lo que la
diferencia se termina saldando con uso de reservas del Banco Central.
Pero ese colchón hoy se enfrenta a la exigencia de financiar ese
desequilibrio, el pago de la deuda y la salida de capitales.
Precisamente, el giro de utilidades y la fuga al dólar son los factores
que mueven un poco la estantería en una economía que ha sabido
capitalizar la experiencia de 2009, que tiene un mercado interno
dinámico y un contexto amigable del comercio internacional, y que
trabaja en ampliar los mecanismos de cooperación financiera y productiva
en la Unasur.
La profunda extranjerización de la economía se ha convertido en una
de las vías de transmisión de la crisis de Estados Unidos y Europa. Las
estrategias defensivas de las casas matrices de las multinacionales de
esos países se trasladan en gran medida a sus filiales. Una de ellas es
la exigencia de un mayor giro de fondos para equilibrar en parte sus
quebrantos en el país de origen. Daniel Pingarrón, estratega de la
sociedad IG Markets de España, lo explicó, en declaraciones a una
agencia de noticias internacional, del siguiente modo: “Telefónica,
Santander, BBVA, Repsol han contabilizado entre un 70 y un 75 por ciento
de sus ingresos fuera de España. Si tenemos en cuenta que estas cinco
empresas suponen más del 50 por ciento de la ponderación del Ibex-35
(principal índice de la Bolsa de Madrid) y que de ese 50 por ciento más
de tres cuartos proceden de fuera de España, tenemos una idea de que el
Ibex debe mucho de sus puntos a las actividades de las empresas fuera de
España y en concreto en Sudamérica”. En los primeros seis meses del
año, Latinoamérica aportó el 46 por ciento de los ingresos de
Telefónica, que ascendieron a 30.886 millones de euros, de la misma
manera que ocurrió con el primer banco español, Santander, que obtuvo un
beneficio neto de 3501 millones de euros en el primer semestre, un 44
por ciento del cual procedió de sus actividades en América latina. Lo
mismo sucedió con el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA).
Argentina tiene uno de los regímenes más liberales en el tratamiento
del capital extranjero. La administración de divisas es clave para la
gestión de la economía y el comportamiento de las multinaciones en esa
cuestión tiene mucha influencia. La eliminación del privilegio de
petroleras y mineras en el manejo de los dólares de exportación, como
así también la exigencia a las aseguradoras para la repatriación de
inversiones financieras apuntan a mejorar la intervención oficial en un
mercado bajo tensión. Desde el 2004, las multinacionales han ido
incrementando en forma constante la remisión de utilidades hasta
representar en la actualidad el 2 por ciento del PIB (casi 7200 millones
de dólares el año pasado), cuando en la década del noventa se ubicaba
en el uno por ciento. Ese giro de recursos refleja que esas compañías
contabilizan elevadas rentas por su operatoria en el país. El monitoreo
de las estrategias de las multinacionales y de su política de remisión
de utilidades, además de instrumentar normas de mayor control sobre esos
giros, resulta un eslabón clave para seguir avanzando en el diseño de
una necesaria y efectiva administración de divisas.
*Publicado en Página12
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